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T7E11 – La Ciencia del Dhamma

Espiritualidad y Ciencia
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T7E11 - La Ciencia del Dhamma
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Como algunos recordarán de un episodio anterior donde narré mi vivencia personal, hace poco tuve la oportunidad de sumergirme por primera vez en un curso de meditación Vipassana de 10 días. Fue una experiencia intensa y profundamente reveladora. Hoy, quiero ir más allá del día a día del retiro para compartir con ustedes las reflexiones que surgieron al explorar el corazón de las enseñanzas del Dhamma, tal como las presenta S.N. Goenka, la figura clave que trajo Vipassana a Occidente.

Goenka, un empresario birmano de origen indio, encontró en la meditación Vipassana, aprendida de su maestro Sayagyi U Ba Khin en Birmania (hoy Myanmar), no solo alivio a migrañas severas, sino una transformación vital. Su gratitud lo impulsó a compartir esta técnica, que según la tradición, fue redescubierta por el Buda hace más de 2500 años y preservada en su pureza en Birmania. Desde la India, tierra natal del Buda, Goenka la expandió al mundo.

Pero, ¿qué es exactamente el Dhamma? ¿Una religión, una filosofía, una cosmovisión? Esta es la compleja pregunta que nos guiará. Exploraremos sus componentes esenciales –Sīla, Samādhi y Paññā–, conceptos como los Saṅkhāras, la naturaleza del sufrimiento y la técnica para trascenderlo hacia la paz.

Una Mirada desde «Espiritualidad & Ciencia»

Fiel a la esencia de este espacio, mi intención es ofrecer una mirada crítica y a la vez apreciativa. Hay elementos del Dhamma que son profundamente experienciales, universales y, diría yo, observables científicamente en sus efectos sobre la mente. Sin embargo, también existen aspectos que, a pesar de la convicción de Goenka y muchos practicantes, podrían rozar la pseudociencia o, al menos, requerir un análisis más detenido antes de aceptarlos literalmente. Pienso en conceptos como los kalapas (partículas indivisibles que el Buda habría descubierto meditando, análogas a los átomos), el dogma de la reencarnación o cierto moralismo que puede desprenderse de interpretaciones del Sīla. Mi objetivo es rescatar lo valioso y objetivamente útil, especialmente la técnica Vipassana como un poderoso entrenamiento mental, sin caer en la necesidad de aceptar creencias sobrenaturales. Para ilustrarlo, recurriré a algunas de las bellas parábolas que Goenka compartía, relatos que, como las parábolas bíblicas, transmiten verdades profundas más allá de su literalidad.

¿Qué es el Dhamma? Más Allá de una Religión

Al acercarse al Dhamma, especialmente a través de los cursos de Goenka, es natural preguntarse si uno está entrando en una religión o secta. Goenka insistía en que no: el Dhamma es la ley universal de la naturaleza, aplicable a todos, independientemente de su credo. El Buda (Gautama) no es un dios, sino un humano que alcanzó la iluminación al comprender y vivir esta ley. «Buda» es un título: «el iluminado».

Desde mi perspectiva, el Dhamma enseñado en Vipassana contiene elementos de una filosofía de vida, una psicología práctica y una cosmovisión. Incluye una ética (Sīla), un método de entrenamiento mental (Samādhi) y un camino hacia la sabiduría experiencial (Paññā). Se diferencia de una religión organizada en que no propone dogmas de fe ciega (aunque algunos elementos se acercan), no hay rituales de adoración ni un dios creador. La responsabilidad es individual: “Attāhi attano nātho” – «Tú eres tu propio maestro», decía el Buda. Goenka relataba que el mismo Gautama enfatizó que ni él dependía de la Sangha (comunidad de monjes) ni ellos de él; cada individuo depende de sí mismo y del Dhamma.

No obstante, es innegable que el Dhamma de Goenka proviene del Budismo Theravada. Aunque se presente como no sectario y «científico», creencias budistas fundamentales como la reencarnación y las leyes del karma/dharma están presentes en sus discursos.
Goenka contaba la historia de un hombre que, tras años escuchando al Buda y viendo a otros liberarse mientras él seguía igual, le preguntó: «Si eres tan compasivo, ¿por qué no nos liberas a todos?». El Buda respondió preguntándole si conocía el camino de Sāvatthī a Rājagaha. El hombre lo conocía y lo explicaba a quien preguntara. «¿Y todos a quienes les has explicado el camino han llegado?», inquirió el Buda. «¡Cómo va a ser posible, Señor! Si alguien no camina por el sendero, ¿cómo va a llegar?», replicó el hombre. «Joven, eso es lo que te digo todos los días. Yo muestro el camino; cada uno tiene que dar sus propios pasos». Esta bella historia subraya la responsabilidad individual, pero también puede implicar un camino de muchas vidas, punto donde sugiero cautela. Se puede apreciar la técnica y la filosofía sin adoptar la cosmogonía budista completa. No necesitamos creer en un más allá para mejorar nuestra vida aquí y ahora.

Para mí, el Dhamma es, ante todo, una invitación a entender la naturaleza de la mente y del sufrimiento, ofreciendo herramientas prácticas como la meditación Vipassana y Anapana. Esto es lo universalmente valioso.

Los Tres Pilares del Dhamma: Sīla, Samādhi, Paññā

El camino del Dhamma se sostiene en tres pilares, como un trípode donde cada pata es esencial:

  1. Sīla: La Moralidad como Base
    Es la conducta moral, el fundamento ético. Sin una base de comportamiento ético, la mente estaría demasiado agitada para concentrarse profundamente. Durante el curso, se toman cinco preceptos:
    • Abstenerse de matar a cualquier ser vivo.
    • Abstenerse de robar.
    • Abstenerse de toda conducta sexual incorrecta (celibato total en el curso).
    • Abstenerse de mentir.
    • Abstenerse de todo intoxicante.
    Goenka aclara que no son mandamientos divinos, sino guías prácticas. Romperlos genera agitación y negatividad. «Si matas, generas odio o ira», decía, «precisamente lo que queremos erradicar». Aquí propondría un matiz. El primer precepto, interpretado como un llamado al vegetarianismo (pues comer carne implica matar o que otros maten por nosotros), se presenta como condición sine qua non para la purificación mental. Aunque la comida del retiro es vegetariana (no vegana) y deliciosa, presentar el vegetarianismo como indispensable me parece que roza el moralismo y el sectarismo, un dogma discutible. La esencia del Sīla, en mi opinión, es el principio del «no daño» y cultivar una intención pura. Los otros preceptos son más universalmente aceptables.Goenka subdivide Sīla en:
    • Sammā-vācā (Recta Palabra): No mentir, no hablar con dureza, no calumniar, no hablar ociosamente.
    • Sammā-kammanta (Recta Acción): No matar, no robar, no conducta sexual incorrecta, no intoxicantes.
    • Sammā-ājīva (Recto Sustento): Ganarse la vida sin dañar a otros ni incitarlos a romper su Sīla. Contaba la anécdota del médico que se lamentaba por la falta de epidemias, o su propia reflexión como empresario que se alegraba de las subidas de precios por guerras o hambrunas. Esta autoobservación honesta es crucial, aunque discusiones sobre industrias como la militar (fabricar armas) entran en terrenos morales personales. Goenka decía que si Sīla fueran solo sermones, no serviría; se necesita algo más.
  2. Samādhi: La Concentración de la Mente
    Con la base de Sīla, se desarrolla Samādhi: la maestría y entrenamiento de la mente. Los primeros tres días del curso se dedican a Ānāpānasati: la observación de la respiración natural, tal como entra y sale, en el área de las fosas nasales y el labio superior. El propósito es agudizar la mente, hacerla sensible a las sensaciones más sutiles. Se insiste en una «respiración pura, desnuda», sin mantras, visualizaciones o conteos. ¿Por qué?
    • Universalidad: Muchos mantras están ligados a deidades, volviendo la técnica sectaria.
    • Realidad vs. Creación: Un mantra es una creación mental. Vipassana busca trabajar con la realidad tal como es (yathā-bhūta). Una vibración artificial puede calmar, pero también ser una barrera para percibir las vibraciones naturales del cuerpo.
    • Experiencia Directa: Un mantra puede desviar la atención del objeto primario (respiración, sensaciones).
    Se busca cultivar Sammā Samādhi (Concentración Correcta): una mente pura (basada en Sīla) que observa un objeto real sin apego ni aversión. Mis primeros días con Anapana fueron algo aburridos, incluso con microsueños, pero entendí su propósito: preparar la mente para Vipassana.Sammā Samādhi incluye tres partes del Óctuple Noble Sendero:
    • Sammā-vāyāma (Recto Esfuerzo): Erradicar vicios presentes, cerrar la puerta a nuevos vicios, preservar virtudes presentes, acoger nuevas virtudes.
    • Sammā-sati (Recta Conciencia/Atención): Conciencia de la realidad presente del cuerpo y la mente, momento a momento.
    • Sammā-samādhi (Recta Concentración): Estar presente sin interrupción, ignorancia, ilusión o imaginación, experimentando objetivamente.
  3. Paññā: La Sabiduría Experiencial
    El objetivo final: la introspección que purifica la mente. Hay tres tipos de Paññā:
    • Suta-maya-paññā (Sabiduría Adquirida): La que recibimos de otros (libros, discursos). Útil como inspiración, pero no libera. Goenka usaba la metáfora del hombre hambriento que solo lee el menú pero no come.
    • Cintā-maya-paññā (Sabiduría Intelectual): Producto de la reflexión lógica. Se entiende racionalmente, pero no se ha experimentado. El hombre del restaurante ve a otros disfrutar su comida y concluye que debe ser buena, pero sigue sin probarla.
    • Bhāvanā-maya-paññā (Sabiduría Desarrollada/Experiencial): Desarrollada por la práctica directa (meditación). Es tu propia verdad vivida. El hombre finalmente come y sabe a qué sabe. Goenka también usaba la metáfora del enfermo que adora la foto del médico y recita la receta pero no toma la medicina: solo al tomarla se cura. Vipassana es la herramienta para desarrollar Bhāvanā-maya-paññā sobre nuestra propia experiencia vital.
    A partir del cuarto día del curso se introduce Vipassana: observar las sensaciones (vedanā) en todo el cuerpo, sistemáticamente, desde la coronilla a los pies y viceversa. Se observa cualquier sensación (calor, frío, picor, dolor, placer) con ecuanimidad (upekkhā) y entendiendo su naturaleza impermanente (anicca). No hay que buscar ni rechazar sensaciones. La incomodidad de estar sentado horas se convierte en objeto de observación. Al principio, la mente rechaza la incomodidad. El ejercicio es observar sin reaccionar, y uno nota que el dolor cambia, se distancia. Goenka contaba sobre un amigo empresario rico y miserable que, en su primer curso, buscaba «algo espiritual» como ver el alma o a Dios, sudando y frustrado porque no sentía «sensaciones especiales», ignorando el calor y el sudor que eran, de hecho, sus sensaciones reales. Este ejemplo es aplicable a cómo vivimos, siempre esperando una felicidad futura en lugar de apreciar la realidad presente. Esta persona, aparentemente, aprendió la lección de yathā-bhūta (observar la realidad tal como es) en un curso posterior.

La Mente, el Sufrimiento (Dukkha) y el Descubrimiento del Buda

Para entender cómo Vipassana conduce a la sabiduría, es clave la visión del Dhamma sobre la mente y el sufrimiento. La mente tiene cuatro partes interactivas:

  1. Viññāṇa (Conciencia/Cognición): Registra información/sensaciones a través de las «puertas sensoriales» (vista, oído, olfato, gusto, tacto y la mente misma).
  2. Saññā (Percepción/Reconocimiento): Identifica y etiqueta lo registrado basándose en experiencias pasadas (ej. un sonido como «insulto» o «alabanza», evaluándolo como «bueno» o «malo»).
  3. Vedanā (Sensación): Tan pronto Saññā evalúa, surge una sensación corporal (agradable si es «bueno», desagradable si es «malo»). Un golpe se registra, luego viene la sensación desagradable. Un insulto genera la sensación de ira.
  4. Saṅkhāra (Reacción/Formación Mental Volitiva): La reacción (a menudo inconsciente) a Vedanā. Si la sensación es agradable, Saṅkhāra reacciona con deseo («quiero más»). Si es desagradable, con aversión («no quiero esto»).

El problema es que reaccionamos ciegamente a las sensaciones, generando Saṅkhāras continuamente. Estos son las semillas del sufrimiento futuro (dukkha). Un Saṅkhāra de ira repetido crea un hábito, un surco profundo. Goenka decía que hay Saṅkhāras como líneas en el agua (desaparecen al instante), en la arena (duran más) o grabadas en roca (pueden tardar años en borrarse, o nunca).

El dukkha (sufrimiento, miseria) impregna la vida: nacimiento, enfermedad, vejez, muerte, asociarse con lo no deseado, separarse de lo amado. Aunque no comparto del todo la visión de que «todo es sufrimiento» a menos que sigas el Dhamma, es cierto que gran parte de nuestro sufrimiento proviene de miedos y proyecciones, no de la realidad inmediata. La frase «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es una elección» resuena, aunque matizaría «elección» por «reacción condicionada».

El Buda identificó la raíz de esta infelicidad añadida: nuestra reacción de apego (rāga) o aversión (dosa) a nuestras experiencias, fundamentalmente a nuestras vedanā (sensaciones). Nos apegamos a la sensación que una persona o cosa nos produce. Este apego y aversión surgen de la ignorancia (avijjā) de la verdadera naturaleza de la realidad, especialmente de la verdad fundamental de Anicca: la impermanencia. Todo fluye, todo cambia, incluso nosotros mismos a nivel celular.

Los cinco agregados a los que nos aferramos (cuerpo material y los cuatro mentales: Viññāṇa, Saññā, Vedanā, Saṅkhāra) son sufrimiento debido a nuestro apego a ellos y a la idea del «yo» y «mío».

El descubrimiento crucial del Buda, según Goenka, fue identificar Vedanā como el eslabón perdido. Muchos maestros hablaron de superar apego y aversión, pero el Buda señaló que la reacción no surge del objeto externo, sino de la sensación que genera. Si no somos conscientes de esta sensación y nuestra reacción automática a ella, operamos superficialmente. Al llevar la atención a Vedanā y observarla con ecuanimidad, rompemos la cadena de reacción. Goenka decía que la sensación es una encrucijada: un camino lleva a la miseria (si reaccionamos), el otro la detiene (si observamos con sabiduría, reconociendo Anicca).

La Vía de Salida: Observar Vedanā con Anicca y Upekkhā

Aquí Vipassana se vuelve práctica. Al escanear el cuerpo, sentimos sensaciones, desarrollamos conciencia de ellas y comprendemos experiencialmente Anicca: toda sensación surge y desaparece. Esto no es aceptación intelectual, sino realización directa. Goenka comparaba la llama de una vela o el agua de un río: parecen continuas, pero cambian a cada instante. Si cruzas un río, el agua que tocas al ir es distinta de la que tocas al volver. Incluso el cauce del río cambia con el tiempo.

Con la conciencia de las sensaciones (Vedanā) y la comprensión de su impermanencia (Anicca), desarrollamos Upekkhā (ecuanimidad): aprendemos a no reaccionar con apego a lo placentero ni con aversión a lo desagradable. Simplemente observamos. Sentir sutilmente, reconocer la impermanencia, permanecer ecuánime. Al hacerlo, dejamos de generar nuevos Saṅkhāras. Según la teoría, los viejos Saṅkhāras acumulados (raíz de nuestros patrones de sufrimiento) comienzan a surgir como sensaciones. Si continuamos observándolos ecuánimemente, se debilitan y erradican en un proceso de purificación profunda. “Aniccā vata saṅkhārā, uppādavaya-dhammino. Uppajjitvā nirujjhanti, tesaṃ vūpasamo sukho” (Impermanentes, en verdad, son las cosas condicionadas; su naturaleza es surgir y cesar. Habiendo surgido, cesan; su apaciguamiento es felicidad).

Aquí es donde mi perspectiva científica encuentra un punto de fricción: la idea de que observar sensaciones físicas erradica Saṅkhāras profundos, incluso traumas de infancia o vidas pasadas, me parece que entra en lo metafísico. Sin embargo, sí creo firmemente que la meditación y la observación atenta nos entrenan para ser más resilientes ante las vicisitudes de la vida, disminuyendo el sufrimiento derivado de reacciones habituales. No es «magia», pero sí un entrenamiento mental efectivo. Veo un paralelo con mi experiencia con el Yagé, que amplifica sensaciones y emociones. Vipassana ofrece más control y herramientas para navegar esas experiencias, un proceso más lento pero que construye una capacidad sólida para usar la mente saludablemente.

Parábola de las Dos Vasijas

Goenka ilustraba el karma con la historia de un joven que pide al Buda que ayude al espíritu de su padre muerto a ir al cielo. El Buda le hace llenar una vasija de barro con ghee (mantequilla clarificada) y otra con piedras, sellarlas y romperlas en un estanque. El ghee flota, las piedras se hunden. «Ahora», dice el Buda, «pide a tus sacerdotes que recen para que las piedras suban y el ghee se hunda». «Señor, ¡eso es imposible, va contra la ley de la naturaleza!», exclama el joven. «Conoces tanto la ley de la naturaleza, pero no quieres entenderla», replica el Buda. «Si tu padre hizo acciones pesadas, como piedras, irá abajo. Si hizo acciones ligeras, como el ghee, flotará. ¿Quién puede cambiar eso? La acción, la volición, es lo importante».

Puntos de Encuentro y Desencuentro: Dhamma, Ciencia y Creencia

La técnica Vipassana se presenta como una ciencia de la mente y la materia. En muchos aspectos, lo es:

  • Alineado con la ciencia: La interconexión mente-cuerpo, los efectos de la atención enfocada, la modulación de la reactividad emocional mediante la conciencia y aceptación son fenómenos validados por la psicología y neurociencia.
  • Puntos de escrutinio:
    • Kalapas y percepción atómica: Goenka afirmaba que el Buda percibió átomos (kalapas) y que cualquier meditador avanzado puede hacerlo. Mi comprensión es que la percepción corporal depende de los nervios; ir más allá entra en lo imaginario o sobrenatural. La historia de Goenka sobre un científico de Berkeley que con una «cámara de burbujas» confirmó frecuencias de partículas predichas por el Buda suena a validación selectiva, similar al uso de la física cuántica para justificar fenómenos no relacionados.
    • Disolución de Saṅkhāras de vidas pasadas: Curar apegos de vidas anteriores mediante la observación de sensaciones actuales es una creencia religiosa/metafísica.
    • Moralismo en Sīla: Como mencioné, el vegetarianismo como requisito o ciertas profesiones (industria armamentística) como incompatibles con el progreso espiritual son juicios morales específicos, no verdades universales o científicas.
    • Los Cuatro Elementos: La idea de que la materia está compuesta por fuego, aire, agua y tierra (y que las comidas picantes son «fuego», los pensamientos «aire») es una visión arcaica, superada científicamente, aunque común en muchas tradiciones ancestrales.
    • Reencarnación y Karma literal: La creencia en la reencarnación y un karma que se extiende por vidas pasadas y futuras es un pilar del dogma budista. Puede motivar, pero no es necesaria para obtener los beneficios psicológicos de Vipassana.

Goenka mismo, consciente de estas posibles objeciones, usaba la metáfora de la madre que le dice a su hijo que quite el cardamomo (un punto negro) de la comida si no le gusta y disfrute el resto. «Si algún aspecto teórico del Dhamma no te resuena», decía, «sácalo y enfócate en la práctica, en el alimento que es la meditación».

Los Diez Pāramīs: Perfecciones en el Camino

Al final del curso, se mencionan los Diez Pāramīs, cualidades a cultivar para la liberación total del ciclo de muerte y renacimiento (objetivo del budismo):

  1. Nekkhamma (Renunciación): Vida de renuncia a lo material, como la de un monje/monja (el retiro de 10 días ofrece una muestra).
  2. Sīla (Moralidad): Ya discutido.
  3. Viriya (Esfuerzo/Energía): Perseverar en la práctica, superar la pereza.
  4. Paññā (Sabiduría): Basada en la experiencia propia.
  5. Khanti (Paciencia/Tolerancia): Especialmente con incomodidades y distracciones.
  6. Sacca (Veracidad/Honestidad): Hablar con verdad, basado en la observación.
  7. Adhiṭṭhāna (Fuerte Determinación/Resolución): Enfrentar dificultades.
  8. Mettā (Amor Benevolente): Bondad incondicional hacia todos los seres. (Se enseña una meditación Mettā al final del curso).
  9. Upekkhā (Ecuanimidad): Observar sin reaccionar.
  10. Dāna (Generosidad): Dar sin esperar nada a cambio (los retiros se sostienen por donaciones, fomentando este pāramī).

El Valor del Dhamma y Vipassana Hoy

A pesar de las críticas a ciertos aspectos metafísicos, considero que los beneficios de la meditación Vipassana como técnica, y del Dhamma como filosofía de vida (seleccionando sus componentes), son inmensos. Es lo más cercano que he conocido a una espiritualidad «pura», menos mezclada con dogmas. En un mundo tan lleno de división, odio, manipulación y apegos, una visión objetiva, ecuánime y asentada en la realidad es invaluable.

Personalmente, esta experiencia ha sido muy positiva. Espero repetir el retiro algún día, pero, sobre todo, quiero mantener esta herramienta como parte de mi vida, aplicándola para mejorar, desprenderme del sufrimiento innecesario y, ojalá, ayudar a propagar el conocimiento de estas enseñanzas como un camino válido.

Me encantaría leer tus preguntas, comentarios o tu propia experiencia con la meditación o el Dhamma en los comentarios.

Buen camino y buena brisa.


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