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Episodio 19: El Poder de la Intuición y las Energías

Última actualización el 2020-10-21

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Espiritualidad y Ciencia
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Episodio 19: El Poder de la Intuición y las Energías
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Energía

En física, la Energía se define como la habilidad de producir calor o hacer un trabajo, o también como la propiedad cuantitativa de potencia que se conserva. Estuve buscando mejores definiciones en muchas partes pero no pude encontrar ninguna que fuera un poco menos etérea. Incluso en algún foro, alguien tenía la misma duda que yo. Buscaba una definición que reflejara algo más tangible y la respuesta que otro miembro del foro le dio fue que para encontrar una definición más profunda, le tocaba recurrir a la filosofía.

Uno pensaría que la ciencia tendría una definición precisa de algo que es tan básico para la física, pero la realidad es que el lenguaje evolucionó mucho antes de nuestra comprensión de los fenómenos físicos del Universo. Y de hecho, el origen de la palabra Enegía es ciertamente filosófico. La palabra proviene del griego “Energeia” que quiere decir ‘actividad’ u ‘operación’. Se aplicaba a muchas cosas incluyendo ideas como felicidad y placer.

Esto quiere decir que en realidad la espiritualidad no tomó prestado el concepto de energía de la ciencia sino al revés. Entonces podemos entender que los seres humanos siempre hemos relacionado la energía con ciertos estados de ánimo. Uno es capaz de ejecutar los trabajos que requiere cuando su nivel de energía es alto y cuando es bajo, pues hay que “recargarse”, descansar, meditar o dormir.

La energía dual

O sea que es válido aceptar que hay dos significados para Energía: Uno físico y uno metafísico aunque muy parecidos los dos: El primero es la capacidad física para generar movimiento, calor o transformación y el segundo consiste en la percepción de capacidad personal para realizar alguna actividad.

En el pensamiento místico, sin embargo, se le otorga a la energía una dimensión adicional y es la de la dualidad, que ya hemos comentado en otros episodios: Buenas y Malas energías. Aquí, igual que en los otros casos que hemos comentado antes, el concepto de bien y mal son relativos a la cosmovisión de cada grupo pero en general se habla de buenas energías a las percepciones que se relacionan con la luz, la consciencia, el amor, la amabilidad y la felicidad y malas energías a las percepciones opuestas: oscuridad, inconsciencia, odio, maldad y tristeza.

Comúnmente se hace referencia a “energías” cuando esas percepciones no obedecen a alguna causa evidente. Es común escuchar a los místicos decir que una persona tiene una “bonita energía” o que una casa tiene una “energía pesada”.  En los dos casos, el observador manifiesta su reacción instintiva ante la presencia de la persona o cosa observada, una intuición sobre las intenciones o valores de la persona observada o de la conveniencia de interactuar con el objeto observado.

La intuición

A la percepción de este tipo de energías se le podría llamar más bien “intuición” y desde el punto de vista de la ciencia, es uno de los procesos evolutivos más importantes que nos ha dado la evolución para sobrevivir. Desde el punto de vista de la espiritualidad, es una de las herramientas más poderosas del iniciado para enfrentar lo desconocido.

La intuición la define Wikipedia como la habilidad para adquirir conocimiento sin recurrir a razonamiento consciente. En alguna de las escuelas esotéricas que conocí se le llamaba “intuito” aunque esto es un error porque según la Real Academia de la Lengua, la palabra intuito quiere decir “ojeada” o “vistazo”. De cualquier manera, la intuición es considerada en el esoterismo como la herramienta fundamental del mago.

Eliphas Levi, el famoso ocultista francés del siglo XIX escribió en su libro “Dogma Y Ritual De Alta Magia”: “Es importante que el mago sepa los secretos de la ciencia; pero puede conocerlos por intuición sin haberlos aprendido”. Según Levi, el mago puede desarrollar la capacidad de conocer todos los secretos de la naturaleza sin necesidad de estudiar ni analizar, simplemente “bajando” los conocimientos que necesite de una especie de ciberespacio místico al que se le conoce como el “mundo astral”. Para lograrlo, cada autor tenía sus propias técnicas, incluyendo meditación, ayunos, uso de psicotrópicos, oraciones, mantras, invocaciones, conjuros y hasta autoflagelación.

Lo cierto es que la ciencia acepta por completo la existencia de la intuición, pero no como algo sobrenatural sino como un proceso más de la mente humana, que en su funcionamiento nos permite procesar muchísima más información de la que somos conscientes.

Programados para ignorar nuestros sentidos

Hay una escena de la película “El Hombre de Acero” de 2013, que es la historia de Superman, en la que Clark Kent siendo niño se encerró como en un armario del colegio donde estudiaba. Lo que le pasó fue que de repente empezó a percibir al mismo tiempo todo lo que sus sentidos podían captar, la visión de rayos X, sonidos casi de cualquier parte del mundo. Pues claro, el niño estaba asustado y sobre-estimulado con todas esas imágenes y ruidos. Entonces llegó la mamá y le empezó a hablar, le decía que se concentrara sólo en su voz, nada más, y así, poco a poco el niño se fue calmando.

En cierto modo, el cerebro de todos los seres humanos funciona como el de Supermán: Todo el tiempo estamos recibiendo cientos de estímulos simultáneos externos e internos: sonidos, imágenes, sensaciones corporales, recuerdos, suposiciones, miedos, etc. Lo que hace nuestra mente es filtrar la mayor parte de esos estímulos y concentrarse en los que considere más relevantes para la situación presente. Por eso podemos concentrarnos escribiendo sin tener que estar pensando en los ruidos de la calle, la conversación de los que están al lado, los pajaritos que pasan por la ventana, etc.

Esto no quiere decir que nuestro cerebro no esté procesando todos los demás estímulos. De hecho, el cerebro tiene la capacidad de relacionar los eventos que suceden con los estímulos inconscientes que percibimos momentos antes que sucediera el evento. Voy a explicar esto mejor con un ejemplo ficticio:

Las corazonadas

Digamos que vives en el campo y es común escuchar ladridos de perros. Son tan frecuentes que llega un momento en que no los escuchas más. Están ahí, pero pasan a formar parte del fondo sonoro de la vida diaria. Pero sucede que los perros ladran inusualmente fuerte cuando cierta especie de aves llegan en bandada a la zona donde vives. Es una diferencia sutil así que tú no le prestas atención pero tu cerebro sí la percibe. Entonces, minutos después del aumento en los ladridos, se va la luz en tu casa. Resulta que las aves se han parado en los cables que transportan la electricidad, han causado un corto circuito que sobrecargó la red y la luz se fue en el sector.

Esto empieza a suceder digamos, una vez por mes, así que tu cerebro empieza a asociar el aumento coordinado en los ladridos con el hecho que se vaya la luz, pero tú no eres consciente de ello, no le has prestado atención consciente al suceso. Entonces un buen día, sientes como una corazonada y empiezas a guardar tu trabajo en el computador cuando de repente se va la luz nuevamente. No sabes por qué, pero ya intuías que se iba a ir la luz.

Esto es muy frecuente en las relaciones sentimentales. Con mucha frecuencia, la “corazonada” de que la pareja está teniendo una aventura surge como por arte de magia, aunque en realidad, se trata del procesamiento inconsciente de una cantidad de señales que la propia persona infiel empieza a arrojar, así sea de forma sutil.

La ciencia de la intuición

Las energías entonces son en realidad el cúmulo de señales que percibimos inconscientemente que nos permiten formar un juicio casi instantáneo sobre algo nuevo que se nos presenta. Esto es muy importante desde el punto de vista de la evolución porque durante cientos de miles de años, antes de la civilización, dependimos de nuestra intuición para sobrevivir.

Yuval Noah Harari lo explica con un ejemplo en su libro Sapiens: Un primate hambriento en el bosque se encuentra con una palma repleta de bananos pero en la base de la palma hay un león acostado. El mono no sabe matemáticas ni estadística pero su cerebro tiene que calcular en segundos la probabilidad de que alcance a saltar a la rama de la palma, qué tan alto puede saltar el león, qué tan maduros están los bananos, qué tan hambriento estará el león y si podría sobrevivir un tiempo mas sin comerse esos bananos.

Todo este proceso se convierte en un torrente de sensaciones en la mente del mono: Una urgencia por dar el salto mezclada con un miedo en la panza que lo refrena. Los monos que evolucionaron con demasiada valentía, de seguro cayeron presa de los depredadores con más frecuencia que los monos más cuidadosos, pero los monos demasiado miedosos murieron de hambre con más frecuencia que los monos más osados. Los monos con un buen balance entre valentía y cautela vivieron más y dejaron más descendencia por lo cual, los genes que predisponen a la habilidad para analizar situaciones y calcular riesgos pasaron con mayor éxito a las siguientes generaciones.

Lo que los místicos llaman energías, para los indígenas es la voz de la naturaleza y para los religiosos la voz de los ángeles o del mismísimo Dios. Conocemos a una persona e inmediatamente nuestra mente empieza a identificar rasgos familiares, características que nos puedan decir si la persona es confiable, si tiene buenas intenciones, si pertenece a nuestra clase social, si nos interesa sexualmente o no, si puede significar una amenaza, qué tan educada es y otra cantidad de variables, pero todo esto sucede en tres o cuatro minutos, mientras sonreímos, estrechamos la mano y cruzamos unas cuantas palabras. ¿Alguna vez te has preguntado por qué es tan difícil recordar el nombre de una persona cuando se te acaba de presentar? Pues porque tu cerebro está trabajando a toda su capacidad procesando toda esa información de forma inconsciente.

Después de esos pocos minutos iniciales muchas veces decimos “esa persona tiene algo que no me cuadra” o “uy, tiene una energía bonita.” Esta capacidad de observación es el superpoder que muestran las películas y la serie de Sherlock Holmes, cuando analiza a un sospechoso y puede saber que pasó hace poco por un sitio de construcción porque un leve rastro de cemento en el zapato y que solía tener el cabello largo porque la nuca era inusualmente blanca comparada con el resto de la piel o cosas así.

Energías y engaño

Esta capacidad es, de hecho, la herramienta de videntes y adivinos: Una intuición muy desarrollada que les permite leer muchas señales sutiles que estarían ocultas para la mayoría de las personas. Te mencionan a tu mamá y sin necesidad de que respondas nada, pueden percibir si tienes una buena o mala relación con ella por un brillo en tus ojos, un leve gesto de desagrado, una mirada de tristeza, etc. Muchos coaches y guías espirituales usan esta habilidad de forma constructiva para guiar a una persona en su proceso de crecimiento y autoconocimiento, pero hay quienes se aprovechan de que su intuición se perciba como un poder sobrenatural para enriquecerse o para manipular a sus seguidores.

La misma explicación aplica para el fenómeno de la energía de lugares como por ejemplo casas: En esos lugares puede haber una cantidad de sustancias químicas o naturales que nuestros sentidos perciben de forma inconsciente. Una casa inusualmente fría u oscura nos da la sensación de algo negativo. También puede haber alérgenos como polvo, hongos, ácaros o estiercol de cucarachas que percibimos inconscientemente y nos dan la sensación de que algo no está bien en el lugar. O puede haber señales sutiles de que en la casa hubo violencia o que los vecinos pueden convertirse en un problema y si somos suficientemente sensibles, podemos simplemente concluir que la casa tiene una vibración que no nos gusta, así que seguimos buscando otro lugar.

El segundo cerebro

La intuición tiene algo muy interesante que poca gente sabe. Parte de la intuición no ocurre en el cerebro sino en las tripas.  En inglés hay un término que se utiliza comúnmente para referirse a la intuición: gut feeling que traduce como “percepción de las tripas” y es algo que todos reconocemos: situaciones, personas o lugares que nos producen una reacción particular en el vientre. Pues resulta que todos tenemos un sistema de trillones de bacterias en nuestro organismo, que se conoce como microbioma. Parte de este microbioma son los famosos probióticos que necesitamos para nuestra digestión pero la ciencia ha descubierto que el microbioma tiene otras funciones en el sistema inmunitario y lo más interesante, en nuestras emociones y salud mental.

Estos microbios que tenemos en nuestros intestinos se comunican a través de una red de más de 100 millones de nervios que se encuentran en la parte interna de los intestinos, que se conoce como el sistema nervioso entérico. Estos nervios son los que se disparan cuando sientes “mariposas en el estómago” o cuando sientes un “retorcijón” de desagrado. Estas sensaciones ocurren a menudo de forma inesperada y lo que nos dicen tanto la ciencia como la espiritualidad es que debemos ponerles atención a estas señales.

Es tan compleja la función química y nerviosa del microbioma con el sistema entérico, que se dice que en los intestinos tenemos un segundo cerebro. Un cerebro que además está conectado con nuestro cerebro principal y trabajan juntos todo el tiempo. Esa conexión entre los dos sistemas involucra los sistemas endocrino, inmune y neural.  Varios estudios han mostrado una relación entre mala salud intestinal como desbalances microbióticos y desórdenes neurológicos y neuropsiquiátricos como esclerosis múltiple, autismo, enfermedad de Parkinson y Alzhaimer.

De hecho, se han hecho experimentos con animales en los que manipulando la flora intestinal, se han producido comportamientos relacionados con depresión y ansiedad.

Curiosidades sobre la intuición

También hay evidencia científica de algo que la cultura popular ha dicho desde siempre: que las mujeres tienen mayor capacidad natural para la intuición: Los científicos han encontrado que la intuición opera primordialmente en el hemisferio derecho del cerebro, el hipocampo y el sistema entérico de los intestinos, del que acabamos de hablar. Pues resulta que la materia blanca que conecta los dos hemisferios del cerebro es más gruesa en las mujeres que en los hombres. Entonces, esta avenida más amplia entre los dos hemisferios permite conectar de forma más rápida la intuición con la parte lógica del cerebro. Esto no solamente en un sentido sino en ambos sentidos, así que retroalimentan mejor la intuición con sus procesos lógicos y por lo tanto tienen más facilidad para tomar mejore decisiones, especialmente bajo presión.

No es casualidad que estemos viendo que las lideresas y jefas de gobierno alrededor del mundo están tomando en promedio mejores decisiones con relación a la pandemia del coronavirus.

Pero no todo es color de rosa con la intuición. También tiene su lado oscuro como todo y es que además de la posibilidad que ya mencionamos de que las personas utilicen su poder de intuición para engañar y manipular a otros, también nos puede llevar a engañarnos a nosotros mismos.

Michio Kaku dice que la superstición ha evolucionado en el ser humano porque nueve de cada diez veces se equivoca, pero una de cada diez acierta y puede salvarnos la vida. Creo que nos ha pasado a todos, tenemos un mal presagio, la sensación de que algo malo va a pasar pero no pasa nada. Obviamente cuando sucede, nos ponemos más alerta, nos volvemos más cuidadosos y nos salvaguardamos mientras dura la sensación. Esto pasa cientos o miles de veces y desde luego nadie anda diciendo “tuve un mal presagio pero no pasó nada”, no, todas esas ocasiones se olvidan. pero una vez entre mil tenemos el presagio y se cumple o logramos esquivarlo por muy poco y entonces le atribuimos el suceso a una revelación divina o un poder sobrenatural.

El lado oscuro de la intuición

El problema que a veces sucede es que una persona con tendencia a la ansiedad puede terminar convirtiendo esas intuiciones equivocadas en paranoia constante o desembocar en fobias paralizantes o ataques de pánico.

También he visto con frecuencia llamar intuición a lo que en realidad son prejuicios o sesgos mentales. Particularmente cuando se prejuzga a una persona por su apariencia física, por su género, su orientación sexual o su etnicidad. Las encuestas muestran que en Estados Unidos, por ejemplo, las personas caucásicas tienden a desconfiar de personas de raza negra, o considerarlos perezosos o menos inteligentes. He visto personalmente supuestos maestros espirituales menospreciar a personas de orientación sexual diversa diciendo que tienen espíritus oscuros dentro o una vibración densa.

Bueno, para concluir, ahora sabemos que la intuición es real, que es útil, que está ahí para ayudarnos, a veces para salvarnos. ¿Está bien que le llamemos al sistema entérico, el hemisferio derecho y el hipocampo “ángeles” o “guías espirituales”? Me parece perfecto. ¿Está bien que llamemos a las señales sutiles de las personas y los lugares, energía o vibraciones? Totalmente válido, es lo que nos dice el naturalismo poético: Podemos crear historias para darle propósito y significado a las realidades físicas.

Pero eso sí, cuidémonos de los prejuicios, seamos conscientes de nuestros sesgos mentales y no usemos la intuición para engañar ni para engañarnos. Además, ahora sabemos que debemos cuidar nuestra salud intestinal para fortalecer nuestro cerebro intuitivo. Si eres mujer, cultiva y honra tu sabiduría interna, cree en tu intuición y utilízala para empoderarte. Si eres hombre, reconoce y honra ese aspecto en la mujer porque nosotros tenemos otras fortalezas con las que podemos armar equipos ganadores con ellas y lograr juntos cosas grandes.

Fuentes:

https://www.forbes.com/sites/alexandramysoor/2017/02/02/the-science-behind-intuition-and-how-you-can-use-it-to-get-ahead-at-work/#2898ac90239f

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