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T3E9: Los Verdaderos Misterios de la Física Cuántica

Última actualización el 2021-03-08

Espiritualidad y Ciencia
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T3E9: Los Verdaderos Misterios de la Física Cuántica
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Les contaba en el episodio anterior que una de las cosas que me atrajo a al chamanismo y el esoterismo fue la posibilidad de obtener protecciones mágicas frente a los peligros de la vida. Pues otra motivación que tuve fue la fascinación por lo desconocido. Desde niño me gustaron siempre las historias de ciencia ficción, particularmente las que tenían que ver con dimensiones ocultas o con poderes sobrenaturales. Tal vez intuía que esas historias tenían que provenir de algo real, que seguramente había fenómenos más allá de lo que la ciencia podía comprender y cuando tuve mi primera experiencia con el yagé, supe que tenía razón. Había experimentado en carne propia algo totalmente sobrenatural así que, cómo no, me decidí a develar todos esos misterios y ver hasta dónde podía llegar realmente el poder de la magia.

Si has seguido la historia de mi camino espiritual en este podcast, ya te habrás dado cuenta que aunque viví muchos episodios que podrían considerarse mágicos, todos sucedieron dentro del campo de los fenómenos de la mente. También podría ser que las cosas que experimenté y que viven la mayoría de quienes usan psicoactivos, son la manifestación de otras dimensiones, contactos con seres espirituales o incluso con inteligencias extraterrestres, pero lo cierto es que cualquiera que sea el origen, solo puede apreciarse con la mente y no parece tener efecto sobre el mundo material, a no ser que sea a través de las acciones físicas que ejecutamos en él.

No puedo negar que eso significó una leve frustración, porque yo imaginé que sentándome con sabedores de la selva, los muiscas y la Sierra Nevada, iba a lograr tener esas experiencias que ellos describen como viajar a otras dimensiones con plena consciencia o tal vez lograr sanaciones milagrosas o cosas así. Pero por otra parte, como he contado hasta ahora, además de todo lo que me falta por narrar, sí que tuve muchas experiencias místicas, aunque como dije ninguna que se saliera de lo que se puede asociar a fenómenos de la mente.

Lo que sucedió entonces fue que dejé de buscar experiencias sobrenaturales y me empecé a interesar cada vez más por los fenómenos de la naturaleza que la mayoría de la gente no conoce y que pueden ser tanto o incluso mucho más interesantes y sorprendentes que los supuestos poderes paranormales que el esoterismo, pero sobre todo el ocultismo, prometen.

Hoy quiero hablar de algunos de estos fenómenos, que son reales y han sido comprobados por la ciencia, y los voy a poner en paralelo con ejemplos de fenómenos paranormales que entusiasman mucho a los aprendices de magia pero que desafortunadamente, o más bien afortunadamente, son puras invenciones humanas.

El Secreto cuántico

El primer fenómeno que descubrí y que por un buen tiempo me llevó a leer artículos y ver una buena cantidad de videos de divulgación científica fue el del famoso experimento de física cuántica de la doble rendija. Este es un experimento real de física cuántica que conocí, curiosamente a través de una teoría metafísica; tal vez recuerdes el libro El Secreto, del que se habló mucho por allá en el 2008, en el que la autora Rhonda Byrne, describe algo que ella llama una ley universal llamada “La ley de la atracción”.

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¿Crees en la ley de la atracción? ¿Cómo crees que funciona?x

La teoría de esta ley es muy sencilla, afirma que los seres humanos tenemos la capacidad de atraer a nosotros todo aquello que vibra con el estado mental con el que nos encontremos. En otras palabras, que si tenemos pensamientos positivos, vamos a atraer cosas positivas y si tenemos pensamientos negativos atraeremos cosas negativas.

Esto es algo que la metafísica en general y en particular un libro de 1952 llamado “El Poder del Pensamiento Positivo” ya habían abordado, pero la novedad de El Secreto era que insinuaba que la ley de la atracción, más que un concepto psicológico, era una ley natural, equiparable a la gravedad o la termodinámica.

Entonces, creo que fue ese mismo año o un año más tarde, aprovechando el éxito de El Secreto, se popularizó un documental que se llamaba “What the Bleep do We Know”, traducido al español como “Qué Rayos Sabemos”. Este documental iba todavía más allá que El Secreto y planteaba que muchos conceptos de espiritualidad y metafísica ya habían sido avalados por experimentos científicos, sobre todo en el campo de la física cuántica.

Uno de estos experimentos que mostraba el documental era precisamente el experimento de la doble rendija, que ha sido muy usado últimamente por practicantes de la nueva era para “demostrar” que la consciencia tiene poder sobre la materia. Yo al principio pensé que el documental tenía la razón y la verdad es que es más bien complicado entender por qué no es así, pero voy a tratar de explicarlo. De pronto recordarás de clase de física en el colegio que la luz se comporta como partícula y como onda. Sabemos que está formada por partículas que se llaman fotones pero que la forma de propagarse en el espacio funciona como una onda, en la que la frecuencia es la que genera los colores en la luz visible o las diferencias entre infrarrojo o ultravioleta.

El asunto es que esto mismo aplica para cualquier otra partícula cuántica, como los electrones, protones o neutrones. Cuántico se refiere a todo lo que tenga este comportamiento doble de onda y partícula. El experimento de la doble rendija consiste en lanzar un haz de electrones, similar al que se emite dentro de un televisor de esos antiguos de rayos catódicos, y estrellarlo contra una lámina en la que previamente se le hacían dos rendijas delgadas.  Como el rayo de electrones no es como un láser sino más bien como el chorro de luz de una linterna, pues los electrones se dividen entre las dos rendijas y se proyectan al fondo de la habitación donde se hace el experimento.

El resultado que se obtendría si el haz de electrones fuera un chorro de partículas sería que en la pared se proyectaran dos líneas paralelas a las dos rendijas. Sin embargo, como las partículas cuánticas se propagan como ondas, lo que se obtiene es un patrón de interferencias, es decir una serie de barras de distinto grosor que son similares a las que se obtendrían si en vez de estar disparando electrones por el aire, lanzáramos una piedra a un estanque con las dos rendijas debajo del agua. Las ondas se cancelarían unas a otras y al otro extremo llegarían unas ondas cortadas. Sé que esto es difícil de visualizar así que en la página del podcast incluí una imagen del experimento. También dejé la dirección de un video de YouTube en el que explican cómo hacer este experimento en casa con un microscopio y un láser: Experimento doble rendija – versión casera.

Este experimento no es nuevo sino que fue inventado en 1801 por el científico británico Thomas Young que pretendía probar que efectivamente la luz se propaga como una onda. El problema es que muchos años más tarde, cuando tuvimos la tecnología para manipular y detectar partículas cuánticas individualmente, se repitió el experimento para “ver” a los electrones pasando por las rendijas. Lo que los científicos se preguntaban era cómo era que los electrones se cancelaban mutuamente para formar el patrón de interferencia. Entonces repitieron el experimento pero disparando electrón por electrón y con un sistema que detectaba cuando el electrón pasaba por una rendija y cuando por la otra. Pusieron a andar el sistema y ¡oh sorpresa! El cañón de electrones y los detectores de electrones funcionaron perfectamente, pero el patrón de interferencia desapareció y en cambio, en la pantalla del fondo aparecieron las dos franjas de electrones, tal como se esperaría si los electrones fueran partículas.

Me imagino que los físicos que hicieron el experimento por primera vez revisaron toda la configuración 10 veces y no encontraron ningún problema. Luego, solo por ver qué pasaba, quitaron los sensores de las rendijas pero todo lo demás lo dejaron igual. Repitieron el experimento y ¡voilá! Apareció de nuevo el patrón de interferencias.

Este experimento ha sido repetido cientos de veces por científicos de todo el mundo y el resultado siempre es igual: si se pone algún tipo de detector – incluso cámaras con microscopios electrónicos han puesto – el patrón de interferencia desaparece. Si se quita, aparece nuevamente. Es como si los electrones supieran si los están mirando o no. Si los están mirando, se comportan como partículas, si no, se comportan como ondas.

Esta fue la razón por la cual los metafísicos y espirituales de la nueva era en todo el mundo salieron a celebrar que se había comprobado que la consciencia determina el comportamiento de la materia. Es lo que el documental de “¿Qué rayos sabemos?” usa para demostrar que si pensamos cosas positivas, podemos cambiar la realidad para hacer que se cumplan. Desafortunadamente, o como siempre digo, afortunadamente, por que si no, quien sabe cómo habríamos usado ya semejante poder, esto no es así.

La verdad es que es bien, bien difícil entender por qué el experimento de la doble rendija no prueba que la consciencia de los observadores modifique en algo la forma en que los fotones o electrones se comportan. Lo cierto es que si se dejan los sensores funcionando y los científicos se salen de la sala del experimento, cuando vuelven encuentran las dos barras paralelas y si los dejan apagados, cuando vuelven encuentran el patrón de interferencia. Es decir que no importa si hay un observador humano o no. Los pseudocientíficos dicen entonces que el electrón sabe que van a mirar el resultado más tarde entonces decide si se comporta de una forma o la otra, pero entonces ahí ya nos vamos dando cuenta que lo importante para ellos no es entender la realidad, sino acomodarla a sus creencias.

Existen varias teorías de lo que sucede y de nuevo, es muy complicado de entender para los que no estudiamos física. En cualquier caso, al fenómeno que sucede cuando hay sensores presentes se le conoce como el colapso de la función de onda. Este fenómeno solo afecta a los objetos cuánticos y se da porque estas partículas, a diferencia de los objetos que podemos ver, no tienen una posición fija en el espacio sino que existen en una región limitada al mismo tiempo. Esto es, se propagan tal como una ola de mar, que no existe en un solo punto sino que simultáneamente se abre desde mar adentro hasta que se estrella al tiempo con la playa en muchas partes. En mecánica cuántica, sin embargo, no es que la partícula esté despedazada y se reparta en muchos sitios, sino que existe en todos los lugares y en ningún lugar a la vez. Lo que varía en un punto u otro es la probabilidad de que esté en ese sitio o no. Entonces, cuando aparece el patrón de interferencias en la pared, lo que en realidad estamos viendo es la probabilidad de que el electrón estuviera en cada uno de esos puntos. Matemáticamente se puede demostrar que esa probabilidad se cancela en algunos puntos igual que pasa con las ondas cuando se superponen.

Cuando dos ondas se «encuentran» alineadas en fase (valle con valle y cima con cima), se amplifican entre si. Cuando se encuentran desfasadas (valle con cima), las ondas se restan una de la otra y se cancelan entre sí.

Según la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica, lo que pasa cuando se añaden sensores al experimento de la doble rendija, es que la función de onda probabilística del electrón colapsa en un único punto del espacio, forzado por su interacción con un sistema complejo que sería el que forma el experimento con el sensor. Algo así como que los objetos cuánticos no se manifiestan en la realidad del espaciotiempo hasta que tienen que hacerlo para poderle dar sentido a la realidad que los rodea.

Aquí ya nos damos cuenta de que el resultado del experimento de todas formas tiene algo de metafísico, aunque no necesariamente relacionado con la consciencia humana. Ahora, según los metafísicos es que ellos dicen que podemos controlar el colapso de la función de onda de todo en el mundo físico ya que nosotros funcionamos como sensores y todo está compuesto por partículas cuánticas.

El problema de esa afirmación es que si bien es cierto que todos y todo está construido con partículas cuánticas, cuando trillones de partículas cuánticas se unen, la probabilidad de sus funciones de onda se combina y son tantas que las probabilidades empiezan a tender a sus valores absolutos a pura fuerza bruta. Mejor dicho, es como cuando lanzas un dado: mientras el dado va en el aire, aún no tiene un valor absoluto, solo tiene 1/6 de probabilidad de caer en 1, 1/6 de caer en 2 y así sucesivamente. Cuando cae, pues la función de probabilidad del dado colapsa al interactuar con el piso y se “revela” qué número es.

Sin embargo, si lanzas un trillón de dados al tiempo, son tantos, tantos, que si contaras cuantos cayeron en cada una de las 6 caras, con seguridad vas a encontrar que el 16,67% cayeron en 1, el 16,67% en 2, el 16,67 en 3 y así con todas las caras hasta el 6. Esto está demostrado por la matemática probabilística pero también por la experimentación. Incluso tú puedes hacer el experimento: lanza un dado 10 veces y anota cuántas veces cayó en 1, cuantas en 2, cuantas en 3 y así hasta 6. Vas a ver que tal vez caiga 3 veces en 3, 4 en 2, 1 en 1, 1 en 5 y la última en 6. En todo caso, vas a ver que es posible que no caiga en algún valor o que caiga muchas veces en otro. Sin embargo, si repites este experimento con 100 lanzamientos y anotas cuantas veces cayó en cada número, vas a ver como se va acercando al ideal de igual número de veces por cada cara. Aún es probable que encuentres un número que se repite más que el resto, pero como te puedes imaginar, si lo haces 1 trillón de veces, ya vas a lograr equidad perfecta.

Por esta misma razón, las probabilidades cuánticas de cada electrón de cada átomo de nuestro cuerpo y del resto de la materia física se combinan de tal suerte que nunca vamos a experimentar un colapso de función de onda por más sensores que nos pongan. Por esta misma razón, los objetos a nuestra escala tampoco pueden experimentar otros fenómenos extraños de las partículas subatómicas como el efecto de túnel, en el que las partículas desaparecen a un lado de una barrera física y aparecen inmediatamente al otro lado sin haber pasado por la barrera, o el entrelazamiento cuántico, en el cual el estado cuántico de una partícula se entrelaza con el de otra partícula del mismo sistema y así las partículas se separen a años luz de distancia, siempre se van a colapsar simultáneamente.

Es evidente que cosas así no pasan en nuestro mundo físico, pero eso no ha detenido a muchos pseudocientíficos a decir que los seres humanos podemos usar el poder de la mente para atravesar las paredes usando el efecto de túnel de nuestros átomos o crear conexiones espirituales con otra persona para quedar “entrelazados cuánticamente” y poder sentir lo que el otro siente sin importar la distancia.

Como conté antes, al principio me alcancé a ilusionar con las posibilidades de la física cuántica dentro de la espiritualidad y tengo que reconocer que en algún momento fui de los pseudocientíficos que proclamó que el experimento de la doble rendija demostraba que podemos modificar la realidad con nuestra mente. Sin embargo, cuando estudié lo suficiente y seguí ahondando en el tema, llegó un momento en el que a pesar de mi desilusión, tuve que aceptar que no había ninguna relación entre el positivismo o la visualización mental y la mecánica cuántica.

También se me hace que los divulgadores científicos han fallado en explicar de una manera sencilla las consecuencias del experimento de tal forma que no se puedan aprovechar de lo extraño que es el mundo cuántico para confundir y en muchos casos estafar a las personas que quieren creer en el equilibrio entre la espiritualidad y la ciencia pero no tienen el tiempo o la motivación para investigar por su cuenta un tema tan complicado.

Ahora vemos por todos lados curanderos que supuestamente usan “medicina cuántica”, “terapias cuánticas”, “sanación cuántica” o los videntes que llevan décadas diciéndonos que estamos a punto de dar un “salto cuántico” o médiums que dicen que usan la mecánica cuántica para comunicarse con los muertos. Todo esto es lo que algunos llaman el “cuentico cuántico”.

La realidad, más sorprendente que la ficción

Decía que sentí una leve frustración cuando me di cuenta de que a pesar de mis ganas de que fuera cierto, el experimento de la doble rendija no prueba para nada que la consciencia tenga algún efecto sobre el mundo cuántico. Sin embargo, esto no quiere decir que la consciencia sea algo trivial o que no tenga relevancia desde el punto de vista de la física. Actualmente hay muchos científicos probando teorías sobre la naturaleza de la consciencia y de hecho esta es una parte importante de la ciencia detrás de la inteligencia artificial. Michio Kaku, el famoso divulgador científico japonés-americano dice que la consciencia no es un fenómeno exclusivamente humano sino que existe en muchos niveles y entre esos niveles un sensor de movimiento cumpliría con las características necesarias para reconocerle un nivel mínimo de consciencia. Un procesador de texto como Microsoft Word, tendría un nivel de consciencia mucho mayor y el Asistente de Google, Siri o Alexa, un nivel todavía más alto, aunque muy lejos del nivel de la conciencia humana o incluso animal.

Para los abuelos de la selva todo tiene Espíritu, que es otra forma de decir que todo tiene consciencia, así que este podría ser un punto de convergencia entre la física y la ancestralidad, aunque de momento eso es sólo una posibilidad intrigante.

Y es que todavía quedan muchos fenómenos para los cuales la ciencia no ha encontrado una explicación definitiva y algunas de las posibles soluciones para esos enigmas son de verdad más interesantes y sorprendentes que las teorías pseudocientíficas con las que muchos se contentan. En cambio hay muchas teorías pseudocientíficas que ya están totalmente descartadas por la ciencia y sin embargo se siguen reciclando cada cierto tiempo para distraer a los incautos y alejarlos de la verdadera espiritualidad. Este es el caso de teorías como la del planeta Hercobulus, el cinturón de fotones, la quinta dimensión y la inversión de la polaridad de la Tierra (aunque esta se basa en un fenómeno real pero muy distinto al que promueve la nueva era).

Digo que hay posibilidades que la ciencia aún considera seriamente y son fascinantes como el caso de la segunda explicación posible del experimento de la doble rendija. Es otra interpretación de la mecánica cuántica y se conoce como la interpretación de los muchos mundos. Esta es una solución al problema del colapso de la función de onda propuesta por el matemático y físico americano Hugh Everett III. También se conoce como la interpretación de los universos paralelos y lo que sugiere es que en el momento en que aparentemente se colapsa la función del electrón, es decir, “decide” pasar por una rendija o por la otra, lo que en realidad sucede es que todo el universo colapsa en un estado posible de la nube de probabilidades previas y a partir de ese momento se convierte en una bifurcación de la realidad en la que el electrón tomó ese camino, pero entonces, habrá otro universo paralelo en el que el electrón tomó el camino alternativo. Si esto es así, querría decir que cada vez que sucede un evento en cualquier lugar del Universo, en el que el resultado del evento depende de la superposición de dos estados cuánticos, todo el Universo se bifurca en una realidad alternativa, pero la otra realidad sigue existiendo de forma paralela, aunque indetectable, a nuestra realidad.

El gato que está vivo y muerto al mismo tiempo

Otro famoso experimento, aunque en este caso mental, relacionado con la función de onda es el del gato de Shrödinger. Un experimento mental imaginado por el físico Austriaco-Irlandés Erwin Shrödinger en 1935. Partiendo del experimento de la doble rendija, Shrödinger se imaginó poner un gato dentro de una caja con un isótopo radioactivo con 50% de probabilidad de decaer y 50% de no decaer y un detector de que rompiera una cápsula con veneno sólo si el isótopo decae y por lo tanto se detecte radiación, así sea de un solo átomo. Según la interpretación de Copenhague, al depender de un estado cuántico, es decir que el isótopo decaiga o no, después de un rato, los estados isótopo decae e isótopo no decae estarían superpuestos, o sea que el detector se entrelazaría con el isótopo y el gato y por lo tanto tendría superpuestos los estados gato vivo y gato muerto. Solamente al abrir la caja, colapsaría la función de onda y el gato adoptaría uno de los dos estados: vivo o muerto.

Este experimento, obviamente nunca se ha llevado a cabo en la realidad, primero porque sería muy cruel – aunque siendo francos, la ciencia poco ha escatimado en sufrimiento animal – y segundo, porque el experimento no tiene sentido: el gato y el medidor pertenecen al dominio de la mecánica tradicional de lo macro y como vimos en la explicación del experimento de la doble rendija, así nadie mire dentro de la caja, el solo hecho de que el medidor esté allí, haría colapsar la función de onda así que el gato estaría vivo a no ser que el isótopo decaiga. Esto lo sabía Shrödinger porque él no planteó el experimento en serio sino como una forma de burlarse de la interpretación de Copenhague, con la cual no estaba de acuerdo.

Sin embargo, nuevamente, nuestros amigos pseudocientíficos han tomado como cierto el experimento de Shrödinger y lo utilizan para “demostrar” cosas raras como que la vida y la muerte siempre andan juntas y no sé qué más. En cualquier caso, de ser cierta la interpretación de los muchos mundos, en el momento en que el isótopo decae, el gato moriría en esa realidad, pero simultáneamente se crearía una nueva realidad paralela, o universo paralelo en el que el isótopo no decayó y el gato siguió vivito y coleando.

Los físicos teóricos tienen varias teorías que involucran múltiples universos. La interpretación de los muchos mundos es sólo una, también está la teoría de cuerdas, en la que las partículas cuánticas serían en realidad manifestaciones en el espaciotiempo tridimensional de la vibración de unas cuerdas que atraviesan 11 dimensiones, es decir 8 dimensiones más de las 3 del espacio y el tiempo. Existe también la teoría de que dentro de los agujeros negros, toda la materia absorbida por el agujero crea una singularidad que da origen a un nuevo Universo que existiría dentro de ese agujero, posiblemente con leyes físicas diferentes. Si eso es así, entonces lo más probable es que el Big Bang haya sido la singularidad de un agujero negro dentro del cual estaría todo nuestro Universo y del cual no podríamos salir con las leyes físicas conocidas.

Finalmente estaría la teoría de la simulación, que tal vez hayas escuchado recientemente porque Elon Musk, el CEO de Tesla y SpaceX dijo que él creía que lo más posible es que habitemos en una simulación. Según esta teoría, popularizada por el filósofo sueco Nick Bostrom, si con la tecnología actual hemos logrado el nivel de realismo en juegos y realidad virtual, con apenas 60 años de desarrollo informático, entonces una hipotética civilización hiper-avanzada con miles, o tal vez cientos de miles de años de desarrollo tecnológico probablemente sería capaz de simular una copia exacta de la realidad física y también simular seres conscientes que la habiten. Si esto es así, teniendo en cuenta que en un Universo con miles de millones de Estrellas y potencialmente miles de civilizaciones que lleguen a este nivel de avance tecnológico, habría muchas más simulaciones de realidad que realidad física – de la que solo habría una. Por lo tanto, hay más posibilidades de que estemos habitando una de miles de simulaciones que la única realidad material.

Esta teoría además le abre la puerta no sólo a la posibilidad de que existan múltiples universos, en este caso simulados, sino también a la posibilidad, casi certeza en ese caso, de que cada universo tendría un ser o un grupo de seres con el poder de apagar la simulación y potencialmente de alterarla y afectar la vida de los seres conscientes que la habitan. En otras palabras, la teoría de la simulación le abre la puerta a la existencia de Dios, o más bien de Dioses, ya que casi con seguridad, habría muchos más de ellos que universos posibles.

Bueno, voy a dejar hasta aquí este viaje por la ciencia teórica. Si sentiste confusión con algunos de los conceptos que compartí hoy, espero que hayas por lo menos entendido en un nivel general de que se tratan las teorías de las que hablamos. Mi objetivo con todas estas historias ha sido demostrarte dos cosas: La primera es que la ciencia real puede ser más interesante que la pseudociencia. Si comparas las teorías de las que hablé aquí con las teorías de la nueva era que tal vez has escuchado, creo que coincidirás conmigo que no son tan complejas y desconcertantes, sino que más bien tienden a ser demasiado simples y genéricas.

Esto me lleva al segundo objetivo que espero haber cumplido: que te des cuenta de que la ciencia es compleja. Yo soy ingeniero y llevo estudiando informalmente estos temas desde hace por lo menos 7 años y te aseguro que estoy muy muy lejos del nivel de comprensión que cualquier estudiante de física o astrofísica recién graduado tiene. Todos estos conceptos que he mencionado son considerados posibles por la física, no porque los hayan inventado físicos con un diploma, sino porque cada una de estas teorías está soportada por una matemática avanzada y compleja que respeta todas las leyes de la física que se conocen, hace asunciones razonables dentro del rango de lo posible y han sido verificadas por muchos otros científicos que no hacen el esfuerzo de creer sino que al contrario, hacen todo lo posible por destruir la teoría y solamente cuando se rinden y aceptan que la teoría es sólida, su matemática es incontrovertible y las asunciones no han sido aún desacreditadas, entonces se considera una teoría científica viable.

Durante mis años con los Muiscas más de una vez me senté con tabaco en mano a hablar sobre estos temas con abuelos y otros caminantes y muchas veces empezamos a elucubrar sobre la naturaleza de la realidad, el Universo y la consciencia. De repente coincidíamos en que algo tenía lógica y a partir de ahí empezábamos a hablar de la nueva teoría como si fuera una verdad ancestral revelada. Decíamos que era información que nos habían entregado de “arriba” y seguramente muchos de quienes nos escuchaban creían que así era. Bueno, hoy devuelvo esa palabra para que cuando escuches sobre esas epifanías místicas, sepas de dónde provienen y hagas tus propias conclusiones.

Mi recomendación como siempre, es que honremos y respetemos el campo del saber de la ciencia que es todo ese cosmos que nos rodea y que nos dediquemos a la exploración espiritual de todo este cosmos que tenemos entre la piel. Aquí es donde existen los mundos internos, el cielo y el infierno, el plano astral y esa es la forma en que se equilibran la espiritualidad y la ciencia.

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