Última actualización el 2020-10-21
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Hay una pregunta que filósofos, religioso, espirituales se han formulado desde tiempos inmemoriales y es el propósito de la existencia. Esta es una pregunta que probablemente surgió, al menos de forma más consistente cuando nuestros antepasados cazadores-recolectores aprendieron a cultivar la tierra y se asentaron en granjas para producir su alimento. Antes de eso, la vida era demasiado agitada y los pequeños grupos de humanos que pasaban sus días recorriendo las praderas africanas en busca de alimentos, tenían muy claro el propósito central de su vida: sobrevivir hasta el día siguiente.
Esto es una especulación, tal vez ellos también eran conscientes de la levedad de lo cotidiano y pensaran en la posibilidad de que hubiera un propósito más elevado para su existencia. Sin embargo, fue con seguridad, cuando nuestros ancestros pudieron hacer una pausa en sus días y gracias a tener reservas de alimento y un lugar seguro para refugiarse, que tuvieron el tiempo y la tranquilidad para cuestionarse sobre el sentido de nacer, crecer, engendrar descendencia y morir.
La religión ha estado históricamente pronta a dar su respuesta a esta pregunta existencial porque el propósito de la existencia está directamente ligado al propósito de la existencia de la propia religión. La religión es la herramienta para cumplir el propósito último de la vida que, según la mayoría de las religiones, consiste en cumplir la voluntad de Dios y prepararnos para una vida plena en el más allá.
Luego viene la ciencia, logra descifrar muchos de los misterios de la naturaleza, pero en todo su recorrido no logra encontrar ni dioses ni propósitos. Entonces científicos creyentes como Isaac Newton o Johannes Kepler se refugian en los resquicios de misterio donde la ciencia no ha logrado penetrar y confían en encontrar allí a Dios y su plan secreto para nosotros.
Albert Einstein por ejemplo dijo en febrero de 1950: “Un ser humano es parte del todo, que llamamos Universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto – un tipo de ilusión óptica de su consciencia. El esfuerzo de liberarse uno mismo de esa ilusión es el verdadero fundamento de la verdadera religión. No de nutrirlo sino de tratar de superarlo, es la manera de alcanzar la medida alcanzable de la paz mental”
Lo cierto es que el significado de la existencia en principio no tiene nada que ver con la ciencia sino con algún otro tipo de pensamiento, que puede ser religioso, filosófico, humanista o espiritual. Sin embargo, la ciencia no se ha negado a explorar ninguna pregunta, por lo que en cuanto a este asunto, hay teorías que conectan los puntos de las observaciones astronómicas y los experimentos de la física subatómica y nos dan algunas respuestas, pero hablaré de esto más adelante.
Por qué buscamos el propósito
Al sondear la cuestión del propósito de la vida, tenemos que empezar por definir qué es el propósito en sí. ¿A que nos referimos con el propósito de algo? Según la Real Academia, propósito significa “Objetivo que se pretende conseguir”. Proviene del latín propositum; pro que significa “hacia adelante” y postitum que significa “posicionado”. Posicionado hacia adelante, es decir que se refiere al significado futuro de algo.
Este concepto de prever la utilidad de algo en el futuro, está estrechamente ligado con la forma en que funciona la mente humana. Los humanos, junto con algunos otros animales como los chimpancés y los cuervos tenemos la capacidad de planear para el futuro, es decir, de sacrificar la gratificación inmediata en pro de lograr una meta más atractiva en el futuro[1]. Esto implica combinar varias habilidades mentales y nerviosas: la observación, la memoria, el cálculo de probabilidades y la capacidad de refrenar los instintos a voluntad. Como vimos en los episodios 11 y 15, estos procesos ocurren principalmente en el tallo cerebral, allá donde queda el complejo R y en el sistema límbico o cerebro mamífero. Planear nos obliga a identificar el propósito de las acciones de los demás y crear propósitos para las acciones propias, de tal forma que nuestros planes a futuro se puedan cumplir.
Pero los seres humanos tenemos algo adicional que nos hace diferentes a todos los demás animales, al menos hasta donde sabemos: Además de planear para el futuro, los humanos, gracias a nuestra desarrollada corteza cerebral y especialmente el lóbulo frontal, somos capaces además de observar nuestra propia consciencia. El homo sapiens tiene el don y también la maldición de ser consciente de su propia existencia y esto es el origen de la terrible consecuencia de que somos conscientes de nuestra propia muerte.
Digo que es una terrible consecuencia porque ser conscientes de nuestra propia existencia y nuestra propia muerte nos crea una difícil paradoja: somos capaces de planear y construir mega-obras, naciones, imperios, tecnología y hasta realidades virtuales, pero todo se estrella contra la cruel realidad de que algún día dejaremos de existir al menos en este mundo físico que conocemos. Luego viene el impulso de aferrarnos a la creencia de una vida más allá de la muerte, pero ese es un tema del que hablaré en otro episodio.
De manera que quedamos aquí conscientes de que por alguna razón somos materia orgánica que ha cobrado consciencia y que tenemos un tiempo limitado para… ¿para qué? ¿por qué tenemos que vivir con esa espada de Damocles de la muerte siempre pendiendo sobre nosotros? ¿para qué la consciencia si podríamos simplemente andar por la sabana recolectando frutos y viviendo en el eterno presente? Incluso, ¿para qué la vida si podríamos ser simplemente polvo estelar viajando alrededor de una estrella por toda la eternidad? O ¿para qué existir si podríamos simplemente ser la nada, o más bien, no ser?
Buscando en la religión
Si estas preguntas dispararon tu angustia existencial, te ofrezco disculpas. Pero no te pasa sólo a ti, casi todos los seres humanos sentimos en algún momento el agobio de encontrar respuestas a estas inquietudes. Algunos se refugian en el poderoso recurso de la fe; si puedes creer que todo lo que pasa en tu vida es parte de un plan divino y que al final todo se verá recompensado con una vida de placeres y gozo en el más allá, entonces no tienes la necesidad de indagar más o de construir un propósito que no dependa de la divinidad. Lo que sí seguramente tienes que hacer es defender tu creencia a capa y espada porque la fe no puede cumplir su propósito si abres tu mente a una posible realidad diferente.
Esta es una de las razones por las que tantas religiones son capaces de librar guerras y matar en nombre de su dios: creer que aquello que le da propósito a mi vida es real implica que todo aquello que sea incompatible con esa creencia, tiene que ser falso. Por lo tanto, las religiones de los otros tienen que ser falsas. Bueno, algunos dicen “Hay mil maneras de llamar a Dios, pero es el mismo dios”, pero eso no funciona en todos los casos. Para el cristianismo la muerte es el paso al cielo, purgatorio o infierno mientras que, para el hinduismo, es el momento de migrar a otro cuerpo en una nueva reencarnación. O es lo uno, o es lo otro, ¡pero no las dos cosas a la vez!
La perspectiva científica
Mientras que la religión nos pide que tengamos fe en el propósito de la vida que nos sugieren sus textos sagrados, usualmente tener una vida piadosa, servicial con los demás y cumpliendo las reglas establecidas por las autoridades de la religión para que Dios nos vea con buenos ojos y nos lleve a una mejor vida después de la muerte. Es decir, se concentra en la cuestión del propósito de la vida de cada individuo. La ciencia en cambio, se interesa más por el propósito de la vida en general, como un fenómeno natural.
Explicar el propósito de los genes, de las células o del sexo desde el punto de vista de la evolución natural es fácil, porque estos y muchos otros fenómenos biológicos comparten el propósito principal que impulsa a la vida que es la supervivencia. La naturaleza ensaya millones de diferentes configuraciones a través de millones de años y así se va refinando tanto el producto de la evolución que son los seres vivos como el proceso mismo de la selección natural. Sin embargo, queda la pregunta de cuál es el propósito de que haya vida en primer lugar. Todos los demás fenómenos naturales que observamos, como la formación de planetas, estrellas y galaxias, no parecieran tener ningún propósito en particular sino ser simplemente el resultado de las leyes de la física aplicadas al cúmulo de partículas que surgieron en el Big Bang.
Pero la vida, más aún cuando es al parecer extremadamente rara en el Universo, al menos hasta donde sabemos por ahora, nos parece mucho más que una simple consecuencia de las leyes de la física. ¿Para qué se origina la vida? Como es tradición, es aquí donde incluso algunos científicos le ponen el tapete rojo a Dios y proclaman que debe haber una inteligencia superior interesada en crear seres vivos y seres conscientes para que experimenten su creación. Esto es lo que se conoce como el “Dios de los vacíos”, porque lo vamos corriendo a medida que ganamos en comprensión científica, para explicar las cosas que todavía no comprendemos.
Bueno, pues es posible que estemos a punto de correrle la cerca nuevamente a Dios, si se confirma un modelo matemático creado por el físico estadounidense Jeremy England llamado “Adaptación impulsada por disipación”. Lo que plantea este modelo es que cuando un grupo de átomos es influenciado por una fuente externa de energía, como el sol por ejemplo y rodeado por un entorno cálido como el océano o la atmósfera, con frecuencia se empezará a reestructurar gradualmente para dispersar cada vez más energía.
Esto está relacionado con la segunda ley de la termodinámica también conocida como Entropía, que determina que la energía tiende a dispersarse o expandirse a medida que el tiempo pasa. La entropía es la medida de esta tendencia. Esta es una ley física del universo y es la razón por la cual se requiere inyectar energía para calentar una taza de café, pero una vez caliente, los átomos del café de forma espontánea van a interactuar con los átomos de aire de la habitación en la que se encuentra y disipar la energía recibida hasta que tanto el aire como el café estén a la misma temperatura.
La teoría del Dr. England se originó por la observación de una diferencia fundamental entre cosas vivas y cosas inertes, incluso compuestas de los mismos elementos: la vida es mucho más eficiente capturando energía de su entorno y disipándola como calor. Si se comprueba experimentalmente, sabremos que el propósito de la vida no es otro que contribuir con la entropía del universo, es decir capturar tanta energía como sea posible del Universo y disiparla de la forma más eficiente posible. De ser así, la teoría de la evolución de Darwin no sería más que un caso especial de la segunda ley de la termodinámica.
Si comparamos por ejemplo una planta con una roca, nos damos cuentas que mientras que la roca tarda un poco más de tiempo disipando calor que el tiempo que hace falta para calentarla y requiere mucho calor, una planta en cambio es mucho más eficiente absorbiendo energía: transforma rayos ultravioletas y libera radiación infrarroja en mucho menos tiempo[2].
Los seres humanos no nos apartamos de esa tendencia: Somos aun más eficientes atrapando energía: la sacamos del carbón, el petróleo, la madera, el sol, el viento o los átomos y nos inventamos cada vez más maneras de utilizar más energía. De hecho, el consumo de energía per cápita de la humanidad se ha cuadruplicado en los últimos 200 años y no parece que vaya a disminuir en un futuro cercano.
Hasta aquí lo que la ciencia ha podido contribuir a la discusión sobre el sentido de la vida, pero como dije antes, solamente con relación al fenómeno de la vida, no al sentido de tu vida o de mi vida en particular. La ley de la termodinámica movió las piezas del rompecabezas para crear la vida en la Tierra y a partir de allí, la selección natural asumió la misión de crear formas de vida cada vez más eficientes para consumir y disipar energía. En ese proceso creó el sexo y el instinto de supervivencia para engañar a la muerte y en algún punto, dotó a algunas especies de primates con la capacidad de reconocer su propia muerte. ¿Un error? Tal vez no porque eso precisamente convirtió a esos primates en los seres más eficientes de la historia de este planeta para consumir y disipar energía.
El Propósito de tu vida
Y así llegamos a este momento, en el que estamos aquí tú y yo aquí conversando a través de una red de centrales celulares, redes de datos, datacenters, satélites y fibraóptica, alimentados por centrales hidroeléctricas, nucleares y algunas de carbón, para que podamos preguntarnos cuál es el propósito de nuestra vida… además de consumir y disipar energía.
Aquí las cosas se ponen complicadas porque entramos en el terreno de la filosofía y las ideas que hemos acumulado sobre el propósito de la existencia humana.
Para platón, el sentido de la vida era alcanzar el mayor nivel posible de conocimiento. Aristóteles hablaba del virtuosismo, que según lo definía, consiste en que todas nuestras acciones, elecciones y pensamientos vayan dirigidos hacia un fin bondadoso. Los cínicos dedujeron que el propósito de la vida era buscar riquezas, poder, buena salud y fama. Por otra parte, los hedonistas veían la máxima realización en obtener la mayor cantidad posible de placer físico mientras que los seguidores del estoicismo buscaban la liberación del sufrimiento a través de la apatía o autocontrol para no ceder a las emociones negativas[3].
A partir de estas escuelas de pensamiento de la antigua Grecia, todas las civilizaciones y culturas humanas han explorado el asunto, adaptado algunos de los conceptos griegos o creado sus propias doctrinas. Sería muy difícil si quiera enumerar todas las que han existido, pero para la discusión vale la pena ver dos visiones extremas del propósito humano: En un extremo estaría el nihilismo que considera que como no hay un Dios y es imposible determinar una verdad o moral objetivas, la vida no tiene ningún significado, propósito o valor intrínseco[4]. Al otro extremo, podría ubicar a los mormones y algunas sectas esotéricas que consideran que el propósito de la vida es llevar a cabo una transformación o evolución interna para llegar a convertirse en dioses.
Ciencia y espiritualidad
Y entonces, ¿qué respuesta nos da la espiritualidad? Hemos hecho un recorrido por la ciencia, la religión y la filosofía en busca del propósito de la vida y en este punto voy a recordarte la definición de espiritualidad que compartí en el episodio 8:
“Porque la espiritualidad es algo mucho más simple: es el sentido de conexión con algo más grande que nosotros, que trasciende la existencia mortal pero no necesariamente pretende entender lo que hay más allá. Espiritualidad parte del conocimiento profundo de sí mismo y comprende la capacidad para transformarnos, de crecer como seres humanos y darle un propósito a nuestra existencia.”
La espiritualidad no nos va a dar una respuesta porque la espiritualidad es la búsqueda de propósito en sí misma. Es un camino, no una meta. La espiritualidad es un trabajo de autodescubrimiento y por lo tanto nos plantea la necesidad de conocernos a nosotros mismos, liberarnos del sufrimiento y de las cargas que llevamos, pero no como un propósito en sí, sino como el prerrequisito para que seamos capaces de identificar el propósito de nuestra vida.
La espiritualidad te dice: ¿Sientes un vacío que no sabes cómo llenar?, ¿no encuentras un sentido a tu vida, pero tampoco puedes aceptar el propósito que te imponen el capitalismo, tu familia o la religión? Entonces acepta el camino de la iniciación y recórrelo para que descubras quién eres realmente, te liberes de aquello que no eres y puedas alcanzar la máxima expresión de tu ser o como decían los ancestros Muiscas, para que encuentres tu Tchetzakua, que quiere decir “el lugar del cosmos que te corresponde”.
Ese lugar que te corresponde es algo tan tuyo como tus huellas dactilares o el iris de tus ojos y tal como ellos, tu propósito surge de una suma entre genética, tu formación, el entorno en el que creciste y algo de suerte. Esta es una combinación única de factores que no se repetirán nunca en toda la historia del Universo y por eso podemos decir que el Cosmos ha dispuesto todo para que encuentres y realices tu potencial.
Pero puede ser que aún no tengas claro cuál es tu propósito, así que ¿cómo puedes reconocerlo? Muchas personas creen y yo concuerdo, que cuando cumples tu propósito, el objetivo de tu vida, te sientes en casa, tienes certeza, sabes que a pesar de que haya otras cosas que podrías o quisieras hacer, ninguna otra te llena, ninguna otra calma tu Espíritu.
Ahora, tener un propósito no quiere decir que solamente hagas una cosa en tu vida. No se limita a una profesión, un arte o un proyecto. Muchas veces tu propósito se manifiesta de muchas formas en distintos contextos, entonces por esa razón muchas personas pueden creer que no tienen un propósito definido. Ahí es donde resulta clave la auto-observación para comprender por qué hacemos lo que hacemos. Puede ser que estemos en la búsqueda, pero también puede ser que ya hayamos encontrado nuestro lugar y simplemente no lo hayamos visto.
Una forma de hacer este análisis es a través del framework de tus intereses, habilidades, talentos y dones. Entonces vamos a ver estas tres partes: tus intereses son los temas, lugares o personas hacia los cuales gravitas: humanidades, ciencia, tecnología, deportes, relaciones personales, entretenimiento, etc. Tus habilidades son esas capacidades físicas y mentales, generalmente aplicadas a tus intereses, que has aprendido durante tu vida y para las cuales eres competente: trotar, bailar, las matemáticas, los computadores, hablar en público, hacer chistes, escuchar, pintar, cuidar animales, etc. Ahora, algunas de esas habilidades son realmente especiales en ti, las has practicado durante años y sabes que eres mejor para ellas que la mayoría de la gente que conoces.
Estos talentos ya son cosas que amas hacer. Es muy difícil ser talentoso en algo que a uno no le gusta, ¡aunque hay casos! Pero como regla general, son unas pocas cosas para las que podemos considerar que somos realmente talentosos.
Todos tenemos talentos y seguir el hilo de lo que nos dicen esos talentos es la clave principal para encontrar nuestro propósito. Sin embargo, muchas veces uno o dos de esos talentos son especialmente sobresalientes, además son los que más aplicamos en nuestra vida diaria, en el trabajo, en las relaciones. Surgen de forma totalmente natural y a veces pareciera que incluso mágica. A estos talentos, también podemos llamarlos “dones”. Tal vez eres una persona con mucho carisma para ganarte a las personas, o tienes la capacidad de organizar y planear que siempre te lleva a liderar los grupos en los que participas. De pronto es tu capacidad para escuchar a los demás o para convencerlos de que te sigan. Muchos tienen una empatía tan fuerte que pueden comprender y ponerse en el lugar de los que sufren mejor que cualquiera. Puede ser también simplemente tu capacidad para contemplar la naturaleza o incluso la resiliencia para sobreponerte a las difíciles pruebas que te pone la vida.
Tu propósito conecta tus dones con tus talentos, tus habilidades y tus intereses y le da paz a tu Ser. Por los ejemplos que puse, pareciera que tu propósito necesariamente tiene que ser algo que ayude a los demás, o para lograr un objetivo grande pero no es así. Cuando nos damos cuenta que vivimos en un punto azul diminuto que flota en el espacio en un instante infinitesimal del tiempo, todo es irrelevante, o bien, todo es importante. La labor de la anciana cuidando las flores todos los días y el trabajo de los científicos del CERN descubriendo partículas subatómicas, son igual de importantes para la Espiritualidad.
Recuerda que somos grupos de átomos que se han hecho conscientes de sí mismos y que somos la forma en que el Cosmos se conoce a sí mismo, desde lo simple hasta lo complejo, todo es una oportunidad única para experimentar la creación, bueno y de paso seguir consumiendo y disipando energía para que el Universo cumpla su propósito.
[1] https://www.washingtonpost.com/news/speaking-of-science/wp/2017/07/13/are-people-and-apes-the-only-ones-that-can-plan-ahead-quoth-the-raven-nevermore/
[2] https://www.scientificamerican.com/article/a-new-physics-theory-of-life/
[3] https://en.wikipedia.org/wiki/Meaning_of_life#Western_philosophical_perspectives