Última actualización el 2020-10-21
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Hace un par de episodios compartí con ustedes lo que yo creo que es el mejor, si no el único, sistema para dejar atrás el sufrimiento: El poder de permanecer en el presente y romper el ciclo de apegos y rechazos de nuestra mente, o “sankaras” que es el nombre que Gautama el Buda les dio a estos comportamientos instintivos de la mente cuando los comprendió.
Espero haber logrado explicarte por qué es tan importante hacer todo el esfuerzo que podamos entrenarnos para desaprender esa compulsión por aferrarnos a las cosas que nos producen placer y rechazar aquellas que no nos agradan. Sin embargo, quiero ahondar un poco en esta lógica porque al hacer Espiritualidad y Ciencia, no basta con que un iluminado haya dicho algo para que tengamos que creer en ello y aplicarlo a nuestra vida.
Recuerdo que cuando conocí el camino del Dhamma, gracias a las conferencias del curso de meditación Vipassana, pensé que los sankaras eran apegos a cosas malignas o rechazo a cosas naturales, mejor dicho, que el sufrimiento se genera cuando nos apegamos a cosas que nos hacen daño como por ejemplo a una relación tóxica, o a una sustancia que nos da placer pero que nos convierte en dependientes.
De la misma forma, pensaba que el rechazo patológico era el que sentíamos por dejar ir a los hijos cuando crecen o a un amor que no nos corresponde, o un trabajo que nos esclaviza. Lo cierto era que en ambos casos estaba equivocado, o más bien, mi visión era incompleta: Ciertamente estos apegos y rechazos que acabo de mencionar son parte de los comportamientos que generan sufrimiento, pero lo que me hizo abrir los ojos y pensar con una nueva perspectiva fue entender que la clave para dejar el sufrimiento es desapegarnos incluso de lo que consideramos bueno en nuestra vida y dejar de rechazar lo que consideramos malo.
¿Esto qué quiere decir? Pues que si nos fijamos bien, los mayores sufrimientos surgen cuando perdemos algo que amamos, que consideramos parte positiva de nuestra vida, cosas y personas a las cuales les adjudicamos, al menos en parte, la razón de nuestra felicidad. Creo que todos podemos entender o incluso justificar un largo sufrimiento al perder a un ser amado, un buen trabajo, nuestra salud, una parte de nuestro cuerpo o perder la vida.
El rechazo entonces viene por oposición, cuando ya ha surgido algo que nos causa dolor y nos negamos a aceptar la nueva realidad. En todos los ejemplos que acabo de mencionar, aquello a lo que nos apegamos: un ser amado, nuestra salud, un buen empleo, son cosas que todos queremos tener y resultaría ilógico pensar que para poder lograr la paz interior, tenemos que dejar de anhelarlos, luchar por ellos o valorarlos.
Pero esto no es lo que nos dice el Buda. Gautama no dijo que el sufrimiento viniera del anhelo, ni del esfuerzo o de la gratitud; dijo que el sufrimiento deviene del apego. Llegando a este punto entonces parece importante definir exactamente qué es el apego.
Nuestra biblia científica “Wikipedia” nos dice que el apego es una vinculación afectiva intensa y duradera cuyo objetivo es la búsqueda y mantenimiento de proximidad ya que proporciona seguridad y consuelo. Dice además que una de las características principales del apego es “Resistirse a la separación sintiendo ansiedad, desolación, y abandono ante la pérdida.”
Fíjate que en esta definición, que utiliza como fuente libros de psicología y no de budismo, queda claro que el apego conlleva de forma implícita un rechazo: el rechazo a perder el objeto de nuestro apego. Ahora bien, el rechazo, que no lo hemos definido, es un término un poco más genérico y denota la acción de rechazar, es decir, no aceptar algo. Entonces el apego es un sentimiento, pero el rechazo es una acción. Rechazas algo que puede causarte daño, como por ejemplo un ataque, una propuesta que va en contra de tus principios, una acusación injusta. Allí no hay nada de negativo porque el rechazo no implica venganza o contraataque sino como dije antes “no aceptación”, “negación”, es como si esquiváramos algo que nos hace daño. El rechazo visto de este modo nos protege y nos puede salvar la vida.
Entonces, ¿cuál es el problema del rechazo? El rechazo se vuelve patológico cuando no aceptamos la realidad. Sea cual sea la realidad, si no la aceptamos, si la rechazamos, entonces se convierte en sankara.
Ahora que hemos entendido un poco más qué es el rechazo, volvamos por un minuto al apego: Veíamos en la definición de Wikipedia que una de las características del apego es “Resistirse a la separación sintiendo ansiedad, desolación, y abandono ante la pérdida.”, es decir que el apego lleva implícito un rechazo y este rechazo es a una de dos cosas: a la posibilidad de perder el objeto de nuestro apego o un rechazo a la ausencia temporal o permanente de eso a lo que estamos apegados.
Si rechazamos una ausencia real, estamos negando la realidad, si rechazamos la posibilidad de que algo se vaya de nuestro lado, entonces estamos rechazando algo que no existe y ¿sabes cuál es la palabra que define el rechazo a algo que no existe? Miedo.
Llegamos entonces a la esencia de los sankaras después de esta “disección” del apego y el rechazo: En el fondo, apego y rechazo son dos caras de una sola moneda y cada cara de esa moneda tiene uno de dos orígenes: el miedo o la negación de la realidad.
Miedo y Autoengaño
Con el miedo sucede algo similar a lo que decía con respecto al rechazo: A veces se sataniza porque según algunos “espirituales” el miedo es el opuesto al amor. Lo cual, por cierto, me parece que no tiene sentido, el opuesto del amor es la ausencia de amor, igual que el opuesto de la luz es la oscuridad.
El miedo no es malo en sí mismo, al igual que el rechazo, cuando es una reacción inmediata a una amenaza real como una agresión o una situación peligrosa, el miedo es una herramienta de supervivencia que tenemos todos los animales, incluso algunos piensan que todos los seres vivos. El problema es cuando el miedo surge ante algo que no es real, o al menos cuando la amenaza que percibimos en demasiado grande en comparación con la amenaza real.
Así como el rechazo se convierte en sankara cuando rechazamos la realidad, el miedo se vuelve dañino cuando nuestro miedo no se basa en la realidad.
La realidad: Aceptar la realidad tal como es, no como quisiéramos que fuera (apego) y no como quisiéramos que no sea (rechazo). La sanación para el apego y el rechazo se encuentra en la aceptación de la realidad.
Aceptar la realidad suena a algo sencillo, basta con mirar, escuchar, oler, probar, sentir y no rechazar lo que nuestros sentidos nos dicen, ¿no es así? Bueno, si fuera sencillo, la humanidad no estaría perdida en ciclos interminables de apego y rechazo.
Negación de la realidad
En el episodio No. 2 sobre el despertar de la consciencia, por allá cuando hablamos sobre Platón y el mito de la caverna, decíamos que los seres humanos estamos programados para contarnos historias o ficciones para completar la información que nos hace falta sobre el mundo que nos rodea. Teniendo unos sentidos tan limitados, nuestro cerebro necesita llenar los muchos vacíos que encuentra para poder comprender el panorama general.
El problema es que estas historias nunca han servido para comprender realmente al Universo, ni para conocer la realidad. Por el contrario, históricamente, nuestras ficciones han sido el obstáculo más grande que hemos tenido para poder avanzar hacia el conocimiento. La razón por la que la ciencia ha florecido como lo ha hecho en los últimos 500 años, ha sido precisamente porque dejamos de creer en nuestras historias, aceptamos que había muchas cosas que no sabíamos y empezamos a valorar más la observación rigurosa y las pruebas que las ideas que pudiéramos tener, sin importar qué tan atractivas y agradables nos pudieran resultar.
Sin embargo, sin importar lo mucho que nos incomode nuestra tendencia a crear y creer en historias sin fundamento, esta capacidad de nuestro cerebro, desarrollada por la evolución natural a través de millones de años, no va a desaparecer en el futuro cercano.
Negar la realidad y en cambio confiar ciegamente en mentiras que creamos es una tentación demasiado grande para nuestros cerebros de primate. Creer con certeza en una mentira que nos responde todas nuestras preguntas nos da mucha más tranquilidad que aceptar con resignación que es muy poco lo que sabemos y lo que podemos controlar.
Ya hemos visto que por esta capacidad tranquilizante, analgésica de las mentiras, es que somos tan propensos a creer en teorías de conspiración (Ver Episodio 3: La Naturaleza de la Matrix: El mundo de las ilusiones). Luego no, aceptar la realidad no es nada fácil, implica un entrenamiento juicioso y la conquista de muchos miedos que se apoderan de nosotros cada vez que nos enfrentamos al abismo de lo desconocido.
Aceptología y Auto-observación
El filósofo, humanista y sociólogo Gerardo Schmedling acuño el término “Aceptología” en algo que él llamó la “Escuela de Magia del Amor” y se trataba de este mismo concepto relacionado con la importancia de aprender a aceptar la realidad como es, sin adornos ni prejuicios. Esto es también lo que enseñan la meditación Vipassana, el mindfulness y otras técnicas y terapias de sanación.
Sin embargo, es importante aclarar algo sobre el concepto de aceptar la realidad que suele causar confusión: Aceptar no quiere decir justificar ni conformarse. Aceptar significa observar lo que sucede sin rechazo ni oposición. Si la realidad es que la persona que está a tu lado te hace más daño que bien, puedes aceptarlo y aún así decidir no conformarte con esa situación sino luchar para cambiarla o alejarte de esa relación. Puedo aceptar que hay causas y razones por los cuales algunas personas se convierten en asesinos o violadores, sin necesidad de justificar los asesinatos y las violaciones. La Aceptación es la puerta para posibilitar el cambio, la negación en cambio impide que puedas avanzar porque te aferras a la idea que no hay mejor alternativa, que no hay nada que se pueda hacer o que las cosas son mejores de lo que en realidad son.
Esto mismo ocurre con respecto al mundo que nos rodea. Los humanos estamos viviendo los dramas que estamos viviendo actualmente porque nos negamos a aceptar que nuestro estilo de vida está destruyendo a la naturaleza, que para la mayoría de nosotros es más importante nuestra comodidad que la vida de personas que no conocemos o que las personas que piensan diferente a nosotros tienen la razón en algunas cosas.
Pero también a veces negamos la realidad de lo mucho que hemos evolucionado y logrado como especie, que el mundo no es tan malo como nos lo muestran los noticieros y los diarios. De esto en particular voy a hablar en detalle en un próximo episodio. En fin, aceptar la realidad es aprender a ver, escuchar y sentir con comprensión, pero sin juicios ni reacción. Esto es lo mismo que busca la ciencia y por eso la verdadera espiritualidad es la ciencia aplicada a sí mismo.
Cuando Goenkaji nos dice que debemos sentarnos a meditar simplemente observando nuestra respiración en una pequeña parte de nuestras fosas nasales, lo que está haciendo en realidad es entrenándonos para dos propósitos: liberar la mente del constante diálogo interno y entrenarnos para limitarnos a observar lo que nos dicen nuestros sentidos sin hacer un juicio sobre cada sensación que recibimos.
El entrenamiento Vipassana enseña que si durante tu meditación sobreviene una sensación agradable, debemos simplemente observarla, analizarla, escudriñarla pero no apegarnos a ella, no perseguirla, no desearla, no pensar en ella cuando se ha ido. De la misma forma, si lo que se presenta es una sensación desagradable, debemos observarla, analizarla: ¿cómo se siente en mi mente?, ¿cómo se siente en mi pecho?, ¿cómo se siente en mi panza?, ¿cómo cambia mi respiración? En este caso, lo que nos sugiere la técnica es que no debemos rechazar esa sensación, ni pensar “en qué momento se va a ir”, ni tratar de escapar mentalmente y pensar en algo agradable.
La palabra que Goenka utiliza para referirse a la forma en que debemos comportarnos frente a cada sensación que percibimos es ecuanimidad. El ejercicio consiste en aprender a observar nuestras sensaciones sin hacer un juicio de ellas y aún si el juicio es instantáneo y automático: agradable o desagradable, no reaccionar a la sensación, ni apegarnos a las agradables ni rechazar las desagradables.
Pero ¿cómo puedo hacer para darme cuenta de estoy reaccionando con apego o rechazo ante una sensación? Bueno, esto es algo que tampoco resulta fácil las primeras veces que nos decidimos a practicar meditación Vipassana. ¿La razón? Que usualmente nos engañamos a nosotros mismos: – No, yo no me estoy apegando a esta sensación -, o – No, yo no estoy rechazando ese pensamiento.
La solución nos la entrega la misma técnica: para poder observar el momento en el que surge un apego o un rechazo, tenemos que entrenar, desarrollar y potenciar nuestra capacidad de observación. A esto, algunos lo llaman la “observación de momento en momento”. Quiere decir, nuestra capacidad para ser conscientes de cada cambio sutil que se presente en nuestro entorno, nuestro cuerpo o nuestra mente durante cierto período de tiempo.
Este es el objetivo del ejercicio de observar (o percibir) el aire que pasa por una pequeña sección de nuestras fosas nasales a medida que respiramos con normalidad. Al principio sucede que después de unos pocos segundos de meditación, tu mente se distrae y se enfoca en las tareas que hay que hacer para el día siguiente, las facturas que están sin pagar o el aniversario que se aproxima. Mientras eso sucede, tu inconsciente ya está lidiando con un nuevo rechazo, quizás rechazo al aburrimiento que estás sintiendo o un pequeño dolor de espalda que empieza a desarrollarse.
Al principio no vas a ver el sentido que tiene el ejercicio, así como Daniel San no podía entender la razón por la cual el Señor Miyagi lo había puesto a pintar cercas y limpiar carros en Karate Kid. Tú no te das cuenta, pero tu mente se va haciendo un poquito más disciplinada cada día, tu capacidad de observación se va haciendo cada vez más aguda, tú facilidad para distraerte con cualquier pensamiento se va haciendo más reducida.
Al cabo de unos pocos días, si lo haces con constancia, vas a notar cómo regresas más rápidamente al presente después de una distracción, como identificas un apego en el momento mismo que surge o un rechazo tan pronto como la sensación desagradable se presenta. Y así como Daniel San pudo detener la lluvia de ataques que el señor Miyagi le dirigió de forma inesperada en Karate Kid, tú podrás detener el sankara cuando se te presente de forma inesperada.
El poder de la respiración
En todo esto, pareciera que la respiración fuera apenas un recurso de utilería, o una herramienta para hacer lo importante que es centrar la mente y entrenar la observación de momento en momento. Te voy a contar una historia impresionante para que te des cuenta del increíble poder de la respiración, aparte de mantenernos con vida, ¡claro está!
El oficial de la marina Estadounidense Jake D se encontraba de servicio en Afganistán cuando su vehículo pasó por encima de una mina explosiva. Después de la confusión del momento, miró hacia abajo y notó que sus piernas habían sido casi completamente cercenadas por debajo de las rodillas. En lugar de ceder al pánico, Jake recordó un ejercicio de respiración que había aprendido en un libro para cadetes. Gracias al ejercicio, el oficial pudo mantenerse con la calma suficiente para chequear a sus hombres, dar órdenes para pedir apoyo y hacerse un torniquete en sus propias piernas antes de caer inconsciente.
El médico que lo asistió cuando llegó la ayuda, declaró que si Jake no se hubiera hecho los torniquetes y mantenido su ritmo cardíaco bajo control, hubiese sangrado hasta la muerte. El ejército de los Estados Unidos ha venido utilizando técnicas de respiración conocidas como Meditación SKY y Mindfulness para tratar a veteranos de Irak y Afganistán que sufren estrés postraumático y ansiedad, logrando beneficios en su salud mental hasta un año después de la aplicación de las técnicas[1].
Desde el punto de visto científico, lo que sucede con la respiración es que se ha comprobado que cada emoción está asociada con un tipo diferente de respiración. Por ejemplo, cuando nos sentimos alegres, nuestra respiración es reglar, profunda y lenta. Durante un episodio de ansiedad o ira, la respiración se vuelve irregular, corta, rápida y superficial. Cuando sentimos miedo, también solemos incurrir en una respiración acelerada y superficial pero cuando estamos enamorados, bueno, imagínate cuando has estado al lado de la persona que amas o si tienes hijos, sobrinos o mascotas, cuando estás consintiéndolas muy de cerca: apuesto a que notas que tu respiración se hace lenta y muy profunda, la inspiración se hace mucho más larga que la expiración y de ahí vienen los suspiros del amor.
Pues bien, cada tipo de respiración es una consecuencia de estos estados emocionales, pero desde tiempos inmemoriales, también se ha utilizado a la inversa: como una herramienta para causar emociones. En otras palabras, cuando te haces consciente de tu respiración puedes cambiar a voluntad su cadencia. Cuando respiras lento y profundo, tu sangre recibe más oxígeno lo cual reduce tu ritmo cardíaco y se estimula tu nervio vago, que corre desde el tallo cerebral hasta el abdomen, es decir el que conecta tus dos cerebros como vimos en el Episodio 19: El Poder de la Intuición y las Energías.
Esta estimulación del nervio vago dispara tu sistema nervioso parasimpático que ayuda a calmarte, haciéndote sentir mejor y permitiendo que regrese tu habilidad de pensar racionalmente.
Meditación en tu vida diaria
Con esto podemos comprender entonces el enorme poder que nos da la meditación: Detenemos esa máquina de pensamiento que constantemente nos bombardea con remordimientos sobre el pasado, miedos sobre el futuro y nos aleja del momento presente. Nos entrena para detectar el momento exacto en el cual surge un apego o un rechazo y nos da la capacidad de ver la realidad tal como es. Como si fuera poco, nos da una salida de emergencia para momentos de crisis a través de la respiración consciente.
Ahora, aquí va mi experiencia personal con la meditación: Nunca he llegado a meditar más de una hora continuamente, no lo hago todos los días y casi nunca he tenido una experiencia mística o un samadhi durante mi meditación. Es probable que si practicara con más disciplina, habría logrado ya experiencias similares a las que he tenido con la Ayahuasca, pero la verdad es que no he considerado necesario hacerlo.
En primer lugar, porque durante casi 10 años tuve a mi alcance el yagé para experimentar esos momentos de arrobamiento místico que he venido describiendo en este podcast. También he utilizado otros enteógenos para ese fin como la marihuana y el tabaco, por lo tanto, mi búsqueda en la meditación no ha sido de estados alterados de consciencia sino de equilibrio y paz interior.
Una vez que has aprendido a meditar y tu cuerpo ha interiorizado el mecanismo entonces se convierte en una especie de superpoder que puedes utilizar cuando lo necesites. En momentos de estrés, ira, miedo o tristeza, puedes recurrir a la meditación para volver a tu centro, recuperar tu pensamiento racional y poder seguir adelante con tu vida sin llevarte una nueva carga sobre los hombros.
Cuando has experimentado este poder en tu vida diaria y te das cuenta que no necesitas permanecer por tiempo indefinido en estados de ira, tristeza, ansiedad o miedo, entonces empieza el verdadero empoderamiento que se requiere para transitar el camino de la Iniciación Espiritual: Comprendes que tu tranquilidad y tu felicidad no dependen de nadie más que tú.
La observación de momento en momento es otro poder que adquieres al practicar la meditación, y este poder se vuelve tu mejor aliado para el crecimiento personal. Verás, cuando meditas y observas con atención tu mente, poco a poco te das cuenta que tú no eres tus pensamientos, tampoco eres tu alegría ni tu tristeza. Pero además, si puedes observar a alguien que piensa, que siente alegría o siente tristeza, entonces tú tampoco eres el que piensa, siente o respira. Tú, eres una consciencia que está más allá del pensamiento o las sensaciones. Te empiezas a desidentificar contigo mismo.
Cuando ya no te identificas con tu yo, entonces descubres tu voz interior, la sabiduría interna que te guía por la vida. Para algunos, tu divinidad interior o tu conexión con la Divinidad. Cualquiera que sea tu forma de verlo, lo cierto es que esta desidentificación es la base para tu crecimiento personal: Si no soy el que siente esta tristeza, puedo observar a la tristeza, comprenderla y vivirla sin juzgarla. Entonces no se convertirá en un sankara, la tristeza cumplirá su propósito y nos ayudará a sanar una herida, pero luego se irá sin convertirse en sufrimiento. Podrás observar tu propio miedo, estudiarlo, escudriñarlo y dejarlo ser sin rechazarlo ni luchar contra él. Entonces tu miedo te alertará sobre las cosas que no has visto, dejará al descubierto los aspectos que necesitas fortalecer y se irá sin paralizarte ni impedirte que te asomes al infinito.
El mayor secreto de la espiritualidad te mantiene en tu eterno presente, solo tienes que inspirar y soltar…
[1] https://hbr.org/2020/09/research-why-breathing-is-so-effective-at-reducing-stress