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T7E1: El Virus del Miedo y el Auge de las IA

Círculo de Palabra
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T7E1: El Virus del Miedo y el Auge de las IA
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Ha pasado un tiempo, ¿verdad? Bueno, siendo exactos, casi un año desde mi último episodio del podcast, aquel sobre la guerra cultural publicado en marzo de 2023 (¡cómo vuela el tiempo!). No recordaba que hubiese sido tanto, pero la verdad, me hacía falta volver a este espacio. Siento que hay muchas cosas que conversar, el mundo no deja de moverse y me parece pertinente charlar un poquito sobre lo que está pasando.

Un Nuevo Formato, la Misma Esencia

Lo primero que notarán es que estoy ensayando un formato distinto. A pesar de que me encanta escribir, preparar los scripts detallados, refinar cada pensamiento y asegurarme de decir exactamente lo que quiero, la verdad es que es un proceso que consume muchísimo tiempo. Escribir un guion me podía tomar entre 4 y 6 horas, y ni hablar de la grabación y edición, especialmente para episodios que fácilmente llegaban a los 45 minutos o una hora.

Este esfuerzo, aunque gratificante, es muy demandante, y la edición no es realmente a lo que me quiero dedicar. Lo que sí amo es tener esta oportunidad de compartir con ustedes, de ofrecer una visión un poco distinta sobre la espiritualidad, que es lo que he intentado cultivar en mi propia vida: esa comunión entre el pensamiento escéptico y científico, pero con una visión no tan materialista del mundo, de la vida, de nuestra razón de estar aquí.

El Clima Mundial: Miedo, Desconfianza y un «Virus Mental»

Con esa idea quiero retomar hoy. Hablemos un poco de lo que ha pasado en el mundo en este último año. Han sido cambios fuertes. Siento que el mundo, en general, está en un momento como de espera, de miedo, quizás similar a lo que vivimos durante la pandemia. Ya no tenemos (esperemos) un virus biológico rondando todos los países de la misma manera, pero sí creo que enfrentamos un virus mental.

Este virus nació o, al menos, se fortaleció enormemente durante la pandemia y ahora parece estar reproduciéndose salvajemente. Me refiero a la mentalidad conspirativa, la superstición y, en cierto modo, una religiosidad tóxica. Esta última ya no se refleja tanto en la proliferación de cultos tradicionales, sino en ideologías políticas, nacionalismos exacerbados, patriotismos que, como diría Yuval Noah Harari, funcionan como otro tipo de religión.

Sabemos que nuestro cerebro tiene niveles, y en lo más profundo, en el cerebro reptiliano, reside nuestra tendencia a la religiosidad. No lo veo como un defecto a combatir, sino como una característica que nos hace buscar causas comunes, agruparnos. La religión cumplió esa función cohesiva durante siglos. Pero a medida que la tecnología y el acceso a la información crecieron, la religión fue perdiendo ese papel central. Su lugar ha sido ocupado, en gran medida, por el pensamiento político y, sobre todo, por el humanismo y el individualismo, que podríamos llamar la «religión» del siglo XXI.

El mantra ya no es «haz la voluntad de Dios», sino «sigue tu corazón», «cumple tus sueños». Esto no es inherentemente negativo, pero tiene consecuencias: nos hemos convertido en seres que valoran por encima de todo la propia felicidad, la comodidad, el placer. Esto dificulta pensar y actuar por la comunidad, por el otro, por algo más grande que nosotros mismos.

La Herencia Psicológica de la Pandemia

Creo que este es el contexto en el que se han desarrollado los fenómenos recientes. La pandemia rompió muchas cosas. Como leía en un artículo del New York Times basado en estudios, la pandemia nos aisló, nos quitó el contacto, pero sobre todo, nos enseñó a desconfiar del otro. No necesariamente porque pensáramos que nos harían daño conscientemente, sino porque el vecino, la persona a tu lado, podía ser portadora de una enfermedad, podía contagiarnos, incluso causarnos la muerte.

Nuestra mente primitiva, que no distingue matices complejos, aprendió un patrón simple: «el otro es peligroso». Ese entrenamiento involuntario, aunque justificado sanitariamente en su momento (a pesar de los debates actuales, la evidencia inicial sobre la reducción de contagios es clara), dejó una marca. Cinco años después, somos personas más desconfiadas de quienes nos rodean, excepto quizás del núcleo familiar más cercano, que se vio fortalecido (aunque también sabemos que aumentó la violencia intrafamiliar, lamentablemente).

Nos volvimos más individualistas, más protectores de «lo nuestro» y más recelosos de «lo de afuera». Sin ser plenamente conscientes, nos hicimos más desconfiados de todos, especialmente de aquellos que piensan distinto. Durante la pandemia, vimos cómo los «anti-vacunas» o «anti-mascarillas» eran vistos como un peligro para la salud pública por unos, mientras que ellos veían las medidas sanitarias y las vacunas como una imposición o una amenaza (con todo tipo de teorías detrás: control poblacional, reducción de la sociedad, etc.).

El efecto final es brutal: empezamos a pensar que quienes no piensan como nosotros no solo están equivocados, sino que son un peligro al que potencialmente hay que eliminar. Los frutos de esto los vemos hoy: guerras, invasiones, extremismo creciente, polarización política (como en EE.UU., donde se debate la autocracia como supuesta solución), nacionalismo que nos aísla económicamente (recordemos que el comercio solía ser un freno a las guerras entre naciones que comercian). La desconexión social de la pandemia parece continuar ahora como una desconexión global, llevándonos a un estado de guerra latente o abierta, como vemos trágicamente en Ucrania, que se ha convertido en el escenario de una nueva guerra fría donde Rusia está directamente involucrada y Occidente actúa a través de Ucrania.

¿Y la espiritualidad en todo esto? Recuerdo las palabras del Taita Gregorio Castro: «Hay que estar preparados y hay que estar firmes como rocas para que los que están a nuestro alrededor puedan aferrarse y mantenerse también en paz». Porque todo son ciclos. Aunque vayamos hacia escenarios difíciles (crisis, pobreza, guerra), no es el fin del mundo, sino un nuevo aprendizaje que tendremos que superar.

La Otra Gran Revolución: La Inteligencia Artificial

El otro tema ineludible es la Inteligencia Artificial. También hablé algo de esto en mi último episodio, ¡pero cuánto ha cambiado en un año! Ya no solo tenemos IAs que conversan, sino que generan imágenes hiperrealistas, obras de arte. Hoy mismo estuve jugando con la nueva versión de ChatGPT que crea imágenes. Le pedí que creara algo inspirado en una foto de mi abuelita Ana María Rosa (de quien hablé en el episodio sobre mi madre). El resultado es artísticamente impresionante, aunque no se parezca mucho a ella.

También le di una foto mía de niño con mis padres en el barrio Tunjuelito. Es increíble cómo capturó detalles, ¡incluso adivinó que mi papá probablemente llevaba un blue jean (que no se veía en la foto original)! Y el estilo, como pintado al óleo. Vemos a todo el mundo creando imágenes estilo Ghibli, South Park, Simpsons… es una locura.

¿Hacia Dónde Nos Lleva la Convergencia?

No creo que sea casualidad que estemos viviendo esta intersección: por un lado, una decadencia económica y demográfica (tasas de natalidad bajando en casi todo el mundo, poblaciones envejeciendo como en Italia, China, Rusia), y por otro, el auge exponencial de una IA cada vez más capaz.

Yo mismo la he usado este año para desarrollar una aplicación web por puro capricho y aprendizaje. Es impresionante cómo puede reemplazar el trabajo que antes requería un equipo de al menos dos o tres profesionales (diseñador, desarrollador senior, junior…). Como alguien dijo: «La IA no te va a quitar el trabajo, te lo quitará alguien que sepa usar la IA». Y creo que es cierto.

No hay mucho que podamos hacer al respecto, es el avance de los tiempos. Pero esto es mucho más radical que la Revolución Industrial o la llegada de Internet. Estamos presenciando el nacimiento de la primera inteligencia no humana, de la inteligencia inorgánica.

Probablemente estamos viendo el futuro de la humanidad. Y no me refiero a la civilización en abstracto, sino al ser humano biológico. Creo que estamos destinados a integrarnos con la inteligencia artificial, a convertirnos en un solo tipo de inteligencia que combine lo orgánico y lo inorgánico. Y, eventualmente, quizás solo inorgánico. ¿Por qué? Porque lo orgánico se pudre, muere. Lo inorgánico, aunque tenga un ciclo de vida, es muchísimo más duradero.

Los seres vivos estamos condenados a devolver nuestro sustrato físico para que sea reciclado. La informática, en teoría, puede perdurar casi indefinidamente.

Si te parece ciencia ficción, mira a tu alrededor. Seguramente estás escuchando esto con audífonos conectados a tu celular, un aparato sin el cual ya casi no puedes funcionar: te mueves con Google Maps, te comunicas por WhatsApp, te entretienes con YouTube o Netflix, trabajas en él o en un computador. Lo llevas en el bolsillo o en la mano casi todo el día. Ya es una extensión de ti, una extremidad cibernética que aumenta tus sentidos y capacidades.

Es solo cuestión de tiempo para que esta extensión se integre directamente a nuestro cuerpo. Como decía Harari en Homo Deus: una vez que venzamos las enfermedades (cáncer, SIDA…), no nos detendremos. El siguiente objetivo será vencer la muerte misma. Y nos daremos cuenta de que la forma más viable podría ser abandonando el cuerpo biológico.

La tecnología se convierte en esa extensión: los audífonos casi dentro del oído, en el futuro quizás lentes de contacto con hipervisión, interfaces directas al cerebro… Esto no es para mañana, quizás para cientos de años (si llegamos), pero el camino parece trazado. No quiero juzgar si será bueno o malo, si la IA tendrá conciencia, pero parece casi inevitable.

Mirando Hacia Adelante

Quiero dejarlo aquí por hoy. Hay mucho más que desempacar, especialmente sobre el tema de la muerte, que quiero tratar en un próximo episodio (¡y prometo que no será en un año!).

Me sentí cómodo con este formato más espontáneo. Espero que también haya sido agradable para ti. Sé que no tiene la precisión milimétrica de un script, pero quizás sí aporta más naturalidad y cercanía. Eso sí, mi compromiso sigue siendo el mismo: ser riguroso con la información que presento como hechos (respaldada por datos y evidencia), diferenciándola claramente de mis conjeturas y opiniones personales.

Si algo de lo que dije te resonó, si no estás de acuerdo, si detectas algún error o imprecisión, por favor, déjalo en los comentarios o envíame un mensaje. Sigamos la conversación. Me interesa mucho recibir su feedback y aprender juntos.

No es más por ahora. Me despido.

Buen camino y buena brisa.

Momentos Clave del Video:

  • 00:00:01 – Intro y Regreso al Podcast
  • 00:00:52 – Nuevo Formato y Propósito del Canal
  • 00:02:30 – El Clima Mundial: Miedo y Espera Post-Pandemia
  • 00:03:01 – El «Virus Mental»: Conspiración y Religiosidad Tóxica
  • 00:05:11 – El Humanismo como Nueva Religión y sus Consecuencias
  • 00:06:41 – Impacto Psicológico de la Pandemia: Desconfianza y Aislamiento
  • 00:10:01 – Polarización Extrema: El «Otro» como Peligro
  • 00:11:58 – Nacionalismo, Desconexión Global y Riesgo de Guerra
  • 00:14:52 – Preparación Espiritual ante la Incertidumbre (Cita Taita Gregorio)
  • 00:15:42 – La Revolución de la Inteligencia Artificial (IA) y sus Avances
  • 00:19:40 – Impacto de la IA en el Empleo y la Sociedad
  • 00:22:58 – El Futuro Humano: ¿Integración con la IA y Trascendencia Biológica? (Ref. Homo Deus)
  • 00:28:49 – Reflexiones Finales y Próximos Temas (La Muerte)

¡Únete a la conversación!
¿Qué piensas sobre estos temas? ¿Sientes también ese «virus del miedo»? ¿Te emociona o te preocupa el futuro con la IA? Déjanos tu opinión en los comentarios.

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#EspiritualidadyCiencia #InteligenciaArtificial #PostPandemia #FuturoHumanidad #PodcastEspañol

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