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T3E2 – Psiquiatría y Espiritualidad

Última actualización el 2021-02-04

Espiritualidad y Ciencia
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T3E2 - Psiquiatría y Espiritualidad
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Anna Elisabeth «Anneliese» Michel nació el 21 de septiembre de 1952 y murió el 1 de julio de 1976. Fue una mujer alemana que se sometió a ritos de exorcismo católico durante el año anterior a su muerte. Se le diagnosticó psicosis epiléptica (epilepsia del lóbulo temporal) y tenía un historial de tratamiento psiquiátrico, que en general no fue efectivo.[1]

Anne Elizabeth Michel

Cuando Anneliese tenía 16 años, sufrió un ataque y le diagnosticaron una psicosis causada por la epilepsia del lóbulo temporal. Poco después, se le diagnosticó depresión y fue tratada por un hospital psiquiátrico. A los 20 años, se había vuelto intolerante a varios objetos religiosos y comenzó a escuchar voces. Su condición empeoró a pesar de la medicación, y se volvió suicida, mostrando también otros síntomas, para los cuales también tomó medicación. Después de tomar medicamentos psiquiátricos durante cinco años sin mejorar sus síntomas, Anneliese y su familia se convencieron de que estaba poseída por un demonio [2][3]. Como resultado, su familia acudió a la Iglesia Católica para que le hicieran un exorcismo. Aunque al principio se negaron, después de muchas dudas, dos sacerdotes obtuvieron el permiso del obispo local en 1975.[3] Los sacerdotes comenzaron a realizar sesiones de exorcismo y los padres dejaron de consultar a los médicos. Anneliese Michel dejó de comer y murió por desnutrición y deshidratación después de 67 sesiones de exorcismo [4]. Los padres de Michel y los dos sacerdotes católicos romanos fueron declarados culpables de homicidio por negligencia y fueron sentenciados a seis meses de cárcel (reducidos a tres años de libertad condicional), así como a una multa.

La película de 2005 El exorcismo de Emily Rose está vagamente basada en su historia.

Tratamiento psiquiátrico

En junio de 1970, Anneliese sufrió un tercer ataque en el hospital psiquiátrico donde se encontraba. Se le recetaron por primera vez drogas anticonvulsivas, incluyendo Dilantin, que no consiguieron aliviar el problema. Empezó a describir que veía «caras demoníacas» en varios momentos del día[7]. Ese mismo mes, le recetaron otro medicamento, Aolept, que es similar a la clorpromazina y se utiliza en el tratamiento de varias psicosis, incluyendo la Esquizofrenia, trastorno de conducta y delirios. 8] En 1973, sufrió de depresión y comenzó a alucinar mientras rezaba, y con frecuencia se quejaba de oír voces que le decían que estaba «condenada» y que se «pudriría en el infierno»[10] El tratamiento de Michel en un hospital psiquiátrico no mejoró su salud y su depresión empeoró. El tratamiento a largo plazo tampoco ayudó, y se frustró cada vez más con la intervención médica, tomando drogas farmacológicas durante cinco años.[3][2] Anneliese se volvió intolerante a los lugares y objetos sagrados cristianos, como el crucifijo.[7]

La trastornada joven fue a San Damián con un amigo de la familia que organizaba regularmente peregrinaciones cristianas.[11][12] Su acompañante llegó a la conclusión de que estaba sufriendo una posesión demoníaca porque no podía pasar por delante de un crucifijo y se negaba a beber el agua de un manantial santo cristiano:[13]

Anneliese le dijo a su acompañante que no podía entrar en el santuario. Se acercó a él con la mayor vacilación, luego dijo que la tierra ardía como el fuego y que simplemente no podía soportarlo. Luego caminó alrededor del santuario en un amplio arco y trató de acercarse a él por la parte de atrás. Miró a la gente que estaba arrodillada en el área que rodeaba el pequeño jardín, y le pareció que mientras rezaban estaban rechinando los dientes. Llegó hasta el borde del pequeño jardín, y luego tuvo que regresar. Viniendo de frente otra vez, tuvo que apartar su mirada de la imagen de Cristo [en la capilla de la casa]. Llegó varias veces al jardín, pero no pudo pasar. También notó que ya no podía mirar las medallas o las imágenes de los santos; brillaban tan inmensamente que no podía soportarlo.

Anneliese y su familia, así como su comunidad, quedaron convencidos del problema y consultaron a varios sacerdotes, pidiendo un exorcismo. Los sacerdotes se negaron, recomendaron la continuación del tratamiento médico e informaron a la familia de que los exorcismos requerían el permiso del obispo. En la Iglesia Católica, la aprobación oficial para un exorcismo se da cuando la persona cumple estrictamente los criterios establecidos, entonces se considera que está sufriendo una posesión (infestación) y que está bajo control demoníaco. El intenso desagrado por los objetos religiosos y los poderes sobrenaturales son algunos de los primeros indicios[9]. Anneliese Michel empeoró físicamente y mostraba agresividad, se autolesionó, bebió su propia orina y empezó a comer insectos. En noviembre de 1973, Michel comenzó su tratamiento con Tegretol, un fármaco anticonvulsivo y estabilizador del estado de ánimo.[8] Se le recetaron medicamentos antipsicóticos durante el transcurso de los ritos religiosos y los tomó con frecuencia hasta algún tiempo antes de su muerte.[14] A pesar de tomar estos medicamentos neurolépticos, los síntomas de la joven empeoraron y empezó a manifestar «gruñidos, ver demonios, y a arrojar objetos»[1].

Exorcismo y fallecimiento

El sacerdote Ernst Alt, a quien conocían, al verla declaró que «no parecía epiléptica» y que no la veía tener convulsiones[12]. Alt creía que sufría una posesión demoníaca con lo cual recomendó al obispo local que permitiera un exorcismo. En una carta a Alt en 1975, Anneliese escribió: «No soy nada; todo en mí es vanidad. ¿Qué debo hacer? Tengo que mejorar. Usted reza por mí» y también le dijo una vez: «Quiero sufrir por otras personas… pero esto es tan cruel»[9]. En septiembre del mismo año, el obispo Josef Stangl concedió al sacerdote Arnold Renz permiso para exorcizar según el Rituale Romanum de 1614, pero ordenó el secreto total. Renz realizó la primera sesión el 24 de septiembre. Anneliese empezó a hablar cada vez más de «morir para expiar a la juventud descarriada de la época y a los sacerdotes apóstatas de la iglesia moderna», y hacia el final se negó a comer[10]. En ese momento, sus padres dejaron de consultar a los médicos a petición suya y se basaron únicamente en los ritos de exorcismo.[10] 67 las sesiones de exorcismo; una o dos cada semana, de hasta cuatro horas de duración, se realizaron a lo largo de unos diez meses entre 1975 y 1976[9].

El 1 de julio de 1976, Anneliese Michel murió en su casa. El informe de la autopsia indicó que la causa fue desnutrición y deshidratación debido a que estuvo en estado de semi-inanición por casi un año mientras se realizaban los ritos de exorcismo[17]. Pesaba 30 kilogramos, y tenía las rodillas rotas debido a que hacía genuflexiones continuamente. Era incapaz de moverse sin ayuda, y se informó que había contraído neumonía.

La ciencia del caso de Anneliese

Esta es una historia que habría sido adecuada para contarla en Halloween pero la quise compartir con ustedes porque es un caso, por demás triste, que ilustra una serie de fenómenos que se encuentran en la frontera entre la realidad y lo paranormal.

Como lo hemos charlado anteriormente, esta frontera se encuentra en la mente humana, que tiene una parte física hecha de neuronas y glía, que es el nombre de otro tipo de células que forman lo que llamamos la materia gris. Pero ya sabemos que la mente no es solamente un órgano físico, sino que también está formada por la experiencia sensorial consciente y emocional que hasta donde sabemos se genera en el cerebro pero en la que participan muchos otros órganos y sistemas del cuerpo (Ver: Episodio 19: El Poder de la Intuición y las Energías).

En varios episodios me he referido a la mente como un mundo paralelo a la realidad física, que de forma análoga al software de un computador, es tanto o incluso más real para nosotros que el mundo físico que nos rodea, por la sencilla razón que la consciencia existe precisamente en esa parte sutil o etérea de la mente.

En un computador, está muy claramente definido el campo de acción del hardware, o parte física del sistema, y del software o la parte intangible. Por eso existen especialistas que se dedican a diseñar, fabricar y reparar los elementos físicos de un computador, como puede ser la tarjeta madre, el procesador, el disco duro o la memoria, y otros especialistas que hacen lo propio con el software. Los primeros son los ingenieros y técnicos de semiconductores y microelectrónica y los segundos son los ingenieros de sistemas, desarrolladores y técnicos informáticos.

En la mente humana, la cosa no es tan clara. La parte física de nuestro cuerpo es estudiada por médicos, neurólogos y otros especialistas que cada vez logran más avances en el tratamiento de enfermedades como tumores, infecciones, epilepsia y algunas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el mal de Parkinson. La parte intangible a su vez es estudiada y cuidada por psicólogos, psicoanalistas y en su parte más misteriosa, por nosotros los espirituales, las religiones, coaches y muchos otros que tratan de dar sentido a la vida y ayudar a resolver el drama de la existencia.

Sin embargo, a diferencia de la ciencia de los computadores, en la medicina humana surgió una especialidad que se mueve en los dos mundos, tratando de encontrar el origen físico de las enfermedades mentales y brindar una aproximación científica a los fenómenos más oscuros de la mente, de tal forma que se puedan curar con métodos igualmente científicos. Estamos hablando de la Psiquiatría.

La curación científica del Alma

La palabra psiquiatría proviene de las palabras griegas psiqué – iatreia que textualmente quiere decir Curación del alma y como especialidad médica se dedica al estudio de los trastornos mentales de origen genético o neurológico con el objetivo de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas con trastornos mentales y asegurar la autonomía y la adaptación del individuo a las condiciones de su existencia.

Terapia de Electroshock para tratar depresión, en Nueva York 1998

Este campo de la ciencia es relativamente nuevo, apareciendo apenas en el siglo XVIII como área de estudio científico. La medicina solamente aceptó formalmente la práctica psiquiátrica en el siglo XIX y en el siglo XX, los enfermos mentales todavía eran recluidos en manicomios donde se les daban “tratamientos morales” que tenían como fin disminuir su “confusión mental”.

Gracias a muchas películas que hemos visto, tenemos presente que en el siglo pasado la terapia más común para muchas enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia o la psicosis era la terapia de electroshock. Muchos creen que eso se hacía por ignorancia de la química del cerebro y en cierto modo así era, porque al principio no se sabía a ciencia cierta qué ocurría en cerebro, pero lo cierto es que en muchos casos ayudaba a mejorar el diagnóstico de los pacientes.

Lo que probablemente no sepas es que la terapia electroconvulsiva, que es su nombre técnico, todavía se administra a más de un millón de pacientes alrededor de todo el mundo cada año. Además, estudios recientes han mostrado que la razón por la cual la terapia de electroshocks es útil más allá del efecto placebo, tiene que ver con que estimula la producción de químicos cuya escasez en el cerebro causan algunas de las enfermedades que se tratan. También es posible que los electroshocks causan la generación de nuevas neuronas y la formación de nuevas conexiones neuronales que mejoran el funcionamiento de áreas del encéfalo que puedan no estar operando correctamente.En cualquier caso, esta terapia hoy en día se considera casi un último recurso y solamente se recomienda en casos de depresión severa y algunas manías, cuando la terapia farmacológica no ha tenido éxito.

Los temidos fármacos

Esto me lleva a la principal herramienta de la psiquiatría moderna: los fármacos, o terapia biológica como se conoce oficialmente. La historia de los medicamentos psiquiátricos precede a la propia psiquiatría porque incluso culturas prehispánicas y aborígenes de todo el mundo, conocían de los efectos benéficos de ciertas plantas y hongos, generalmente cargados de sustancias psicotrópicas, para tratar enfermedades mentales, aun cuando éstas no fueran consideradas como tales sino como manifestaciones espirituales. Más adelante volveré a tocar este punto que nos va a acercar a la visión espiritual de la psiquiatría.

Desde el punto científico moderno, no obstante, la investigación con psicofármacos es relativamente reciente, remontándose apenas a mediados del siglo XX. Ya se conocían de ciertos químicos como el litio, que ayudaba a pacientes con depresión, esquizofrenia y trastorno bipolar y se empezó a estudiar con profundidad la química del cerebro, con lo que se empezaron a teorizar y luego ensayar clínicamente compuestos químicos, generalmente sintéticos, para compensar las deficiencias o desbalances químicos que se asociaban con ciertas enfermedades mentales.

Uno de los primeros y más importantes descubrimientos en este campo fue la clorpromacina que se empezó a utilizar en la década de los 1950’s como terapia para tratar la psicosis. Así, poco a poco, se agregaron medicamentos al vademécum psiquiátrico, que poco a poco empezaron a reemplazar la reclusión de pacientes en hospitales psiquiátricos y el uso extendido de la terapia de electroshocks.

Así llegamos a la terapia farmacológica moderna que incluye antidepresivos como la Fluoxetina, el Citalopram y la Sertralina, ansiolíticos como el Clonazepam y el Alprazolam, estimulantes, antipsicóticos, estabilizantes de ánimo y medicamentos para el déficit de atención como el Adderall y la Ritalina, entre muchos otros.

El problema con la psicofarmacología es que ninguno de estos medicamentos de origen químico es efectivo en todas las personas en todas las ocasiones, y todos los medicamentos tienen efectos secundarios que varían en intensidad de persona a persona. Debido a esto, muchas personas experimentan efectos secundarios que en algunos casos pueden llegar a ser peores que la enfermedad misma que se estaba tratando.

Este fue el caso del profesor Jordan Peterson, a quien he referenciado ya en un par de episodios (Ver T2E19 – La Regresión y T2E23: Orden y Limpieza en tu vida), quien lleva años combatiendo un grave cuadro de ansiedad y que hace poco tuvo que ser hospitalizado porque creó dependencia a la benzodiacepina, un medicamento que se utiliza para tratar la ansiedad, el insomnio y otras patologías psiquiátricas. El propio Peterson narró que no solo, la “benzo” como se le llama coloquialmente al medicamento, le generó una fuerte dependencia química, sino que no lo ayudó en lo absoluto con la ansiedad.

Estos casos, son poco frecuentes, pero no tanto como se desearía. En 2015 Peter C. Gøtzsche, profesor del Centro Nórdico Cochrane en Dinamarca, afirmó que estas drogas pueden ser más dañinas que beneficiosas. Dijo además que las drogas psiquiátricas matan a más de medio millón de personas mayores de 65 años cada año. Gøtzsche también cree que las muertes relacionadas con los medicamentos psiquiátricos no son reportadas. Él estima que hay por lo menos 15 veces más suicidios que los reportados por la Administración de Alimentos y Drogas entre las personas que toman antidepresivos.

En el otro lado del espectro, la mayoría del gremio de la psiquiatría, aunque reconoce que el efecto placebo tiene un efecto importante en la efectividad de los psicofármacos en personas con casos leves de enfermedades mentales, defiende la efectividad de estos medicamentos en personas con patologías más severas.

 Hace poco justamente estaba leyendo sobre el caso de Marilyn Monroe, quien es famosa por haber sufrido durante la mayor parte de su corta vida, de un cuadro crónico de depresión y lo que hoy se conoce como trastorno de personalidad límite. Existe la teoría de que sus psiquiatras no solo no ayudaron a curar sus enfermedades mentales, sino que la agravaron con una irresponsable prescripción de un barbitúrico llamado Nembutal, que ella usaba para poder dormir y anfetaminas que usaba para quitarse el sopor del barbitúrico en las mañanas. Algunos psiquiatras actuales afirman que si se le hubiera suministrado los antidepresivos que tenemos hoy en día, probablemente no se habría suicidado.

Marilyn Monroe

Esta afirmación es muy debatible, ya que son numerosos los casos recientes de famosos que han terminado suicidándose a pesar de estar bajo tratamiento con antidepresivos. Un estudio de 2010 llegó a la conclusión de que los medicamentos antidepresivos parecen reducir en general los pensamientos suicidas en adultos deprimidos, pero no se pudo comprobar su efectividad en la mentalidad suicida de pacientes más jóvenes con trastornos afectivos graves. El posible aumento de la tasa de suicidios inducido por la creciente utilización de antidepresivos sigue siendo uno de los problemas de salud pública más importantes en todo el mundo.

Una lucha en el terreno del alma

La realidad es que no hay suficiente información para determinar a ciencia cierta la efectividad de todos los psicofármacos. Creo que es responsable decir que hasta donde sea posible, es conveniente agotar las alternativas de terapia que puedan intentarse antes de acudir a los medicamentos psiquiátricos. La psiquiatría misma tiene otras herramientas como la psicoterapia y el psicoanálisis que han probado ser eficaces, aunque también en algunos casos, algunas veces.

La psicología también tiene herramientas con las que puede ayudar a resolver entuertos del alma y desde luego, el esoterismo, la autoayuda, el chamanismo, el budismo y otros saberes ancestrales tienen sus propios métodos para curar la mente. En episodios pasados he compartido las herramientas que yo conozco y he aplicado en mi vida para sanar y crecer interiormente (Ver T2E7: El Secreto Para Poner Fin al Sufrimiento) pero es importante aclarar que ninguna terapia espiritual es reemplazo para un tratamiento psiquiátrico o psicológico.

Aun así, algunos psicólogos y psiquiatras recomiendan la meditación, el mindfulness, la autobservación y otras técnicas espirituales como complemento a sus terapias y se han reportado muchos casos de sanaciones duraderas gracias a la espiritualidad. El yagé o ayahuasca, del que también he hablado en varios episodios (Ver: T2E4: Muerte y Renacimiento en el Yagé), también está siendo estudiado con mucha atención por la medicina psiquiátrica porque se ha comprobado que puede ayudar a tratar adicciones, ansiedad, depresión resistente a los tratamientos, y trastorno de estrés postraumático.

Pero entonces, ¿qué fue lo que verdaderamente le ocurrió a la pobre Ann Elizabeth Michel, la joven de la historia que conté al principio de este episodio? Siendo uno de los casos más famosos de posesión demoníaca en la historia, la pregunta que surge es si a Anneliese la habría podido salvar la psiquiatría de hoy en día o la espiritualidad.

Esto es algo que nunca sabremos, pero lo que sí sabemos es que en la década de los 1970’s aún no existían los antipsicóticos y anticonvulsivos que existen hoy en día. Además de esto, sabemos que históricamente el ser humano les ha otorgado cualidades sobrenaturales a los fenómenos que no entendemos. En el pasado, enfermedades como la lepra o la epilepsia eran considerados castigo divino y posesión demoníaca respectivamente. Esto fue así hasta que la ciencia permitió determinar que lo que causa la lepra es una bacteria llamada bacilo de Hansen y lo que da origen la epilepsia es un desbalance eléctrico en el cerebro causado por lesiones o predisposición genética. Hoy en día casi ningún enfermo de lepra o epilepsia es tratado por fuera de la medicina tradicional y mucho menos es acusado de endemoniado o pecador.

Con las enfermedades mentales es mucho más complicado porque no existe una sola causa que las genere: Es una mezcla de predisposición genética, condiciones del entorno durante la gestación, eventos traumáticos durante la infancia, mala alimentación, heridas emocionales, estrés, aislamiento, malas relaciones familiares, frustraciones, apegos y muchos factores más.

Tampoco existe una sola forma de manifestación de las enfermedades mentales, porque de cada individuo dependiendo de su formación, cultura, religión y otros factores puede mostrar sus síntomas de formas muy diferentes. Además, en el espectro de las enfermedades mentales existen todos los matices desde casos muy leves hasta casos crónicos y de alta gravedad.

El caso de Anneliese era claramente un caso grave de esquizofrenia que se caracteriza por ver visiones, alucinaciones, disociación, aislamiento social, catatonia, insomnio desenfrenado y repentinos arrebatos violentos. Sin mencionar que empezó a tener síntomas «demoníacos» precisamente el año en que salió la película «El Exorcista», aunque no se sabe si ella vio la película. Los testimonios de Anneliese de sentirse maligna, ser el demonio o estar poseída, son frecuentes en pacientes con esquizofrenia y como lo conté en los episodios de mi Exorcismo con el Yagé y mi descenso al infierno, yo mismo he experimentado esas sensaciones durante el trance enteogénico con la ayahuasca.

Anneliese Michel provenía de una familia muy religiosa y durante su niñez tuvo que atravesar por un difícil drama cuando su hermana mayor murió cuando tenía sólo 8 años. Aparentemente la mamá de Anneliese siempre se sintió culpable por la muerte de la niña y Anneliese creció con la idea de que tenía que hacer penitencia para liberar a su mamá del pecado. Varios años de oraciones, sentimiento de culpa y sugestión al leer sobre pecado, demonios y castigos divinos fueron quedando en el subconsciente de Anneliese, quien a los 16 años empezó a tener convulsiones y fue diagnosticada con epilepsia.

Investigaciones recientes han demostrado que hay una fuerte relación entre epilepsia y  esquizofrenia y otras condiciones mentales. Es famoso el caso de Fyodor Dostoievski quien sufría de un caso extraño de epilepsia llamado “epilepsia extática” que hacía que, durante sus convulsiones, el autor experimentara revelaciones místicas y estados de éxtasis o arrobamiento religioso. De hecho, Dostoievski documentó 102 de esas experiencias durante sus ataques y las utilizó para crear personajes con epilepsia en cuatro de sus doce novelas: Los endemoniados, Los Hermanos Karamazov, Humillados y ofendidos y El Idiota. Muchos creen que, sin su epilepsia, Dostoievski no habría logrado la profundidad y excelencia de su obra.

Es posible que una condición mental que para Dostoievski era una especia de conexión con la divinidad, los arquetipos superiores de la mente y la creatividad, para Anneliese fueran un portal al infierno de la culpa y el terror que la agobiaban desde su infancia. Cielo e infierno son al final estados de consciencia que cohabitan como dos caras de la misma moneda en el interior de la mente y el espíritu humanos (Ver T2E18 – Descendiendo a las Tinieblas).

Fyodor Dostoievski

¿Se pueden curar las enfermedades mentales?

Esta es una pregunta para la cual la ciencia no tiene de momento una respuesta concreta. Algunos creen que todas las enfermedades mentales son en últimas desbalances fisiológicos o bioquímicos en el cerebro y que por lo tanto, cuando conozcamos más sobre la forma en que funcionan las reacciones químicas y neuronales que dan lugar a esas enfermedades, podremos crear un coctel de sustancias que corrijan los desbalances y curen la enfermedad.

Yo, personalmente creo que esta es solo parte de la respuesta pero así como los computadores no pueden funcionar correctamente si tienen un programa defectuoso instalado, aún si tienen un hardware que funciona perfectamente, los seres humanos tampoco podemos tener una salud mental ideal si tenemos heridas en nuestra alma, así nuestra química cerebral funcione perfectamente.

Por esto, mi recomendación, aclarando que no soy una persona competente para dar consejos sobre salud mental, sino simplemente basándome en mi investigación y mi experiencia, es que ante los síntomas de cualquier enfermedad mental, acudamos a un profesional en salud mental para descartar que tengamos algún problema físico o bioquímico que tenga que ser resuelto a través de la medicina. Usualmente, un médico general está entrenado en reconocer los síntomas y remitir al paciente a un psicólogo o psiquiatra según sea conveniente.

En muchos casos, los mismos psicólogos o psiquiatras están en capacidad de sugerir terapias alternativas que puedan ayudar al proceso de sanación, según las creencias y personalidad del paciente. Si llegas a necesitar orientación espiritual para ayudar a sanar tu mente y estás escuchando este podcast, por supuesto te invito a escuchar otros episodios sobre trabajo interno y sanación y si lo deseas, también puedes contactarme para ponerte en contacto con personas confiables y recursos valiosos para ayudar en tu proceso.

Cada caso es diferente, pero me atrevo a decir que, con el debido tratamiento, la ayuda de un trabajo espiritual consciente y el amor de las personas que amas, es posible salir hasta de las tinieblas más oscuras. Ya he compartido mi experiencia personal con el yagé y más adelante hablaré de mi experiencia con la psiquiatría luego de que fui diagnosticado con ansiedad y tendencia a personalidad obsesiva – compulsiva. De esa difícil prueba pude salir gracias al amor de mi familia, mi espiritualidad y la psiquiatría, pero no quise utilizar psicofármacos y en mi caso, no resultaron siendo necesarios.

Sin embargo, mi caso no fue tan grave como el de Anneliese o muchos otros que sufren a diario de enfermedades mentales complejas. Pero voy a compartir para terminar, la experiencia de un amigo mío, cuyo nombre me voy a reservar, que sufrió el infierno de la esquizofrenia y pudo salir de él por su propia cuenta.

Cuenta mi amigo que después de años de vacío interno, soledad y un trabajo que odiaba, empezó a sufrir de alucinaciones, visiones, pesadillas y otros síntomas que con el tiempo se fueron agravando. Eventualmente tuvo que ser internado en una clínica psiquiátrica donde recibió terapia farmacológica y de otros tipos, que según él, solamente agravaron su estado aún más. Dice que su mente era como un laberinto del que no podía escapar. Estaba alienado, ausente, perdido.

Fue entonces cuando su familia, en un acto de desesperación, lo llevó a participar en una ceremonia de yagé. No recuerdo si fue una sola toma o varias, pero sí que algo cambió después de recibir la planta sagrada. Dice que era como si dentro del laberinto de su mente hubiera aparecido una luz. Había descubierto que en medio de esa confusa maraña que había en su cabeza, estaba un ser maravilloso que no había conocido. Había descubierto su esencia, su propio ser, un ser alegre, creativo, sabio y feliz que no había conocido nunca.

Decidió entonces trabajar sin descanso en encontrar la salida del laberinto y así lo hizo, cada día encontraba una pista más que lo alejaba de la oscuridad de sus pensamientos y lo acercaba a la luz de su Ser interior. Dice que no fue fácil, pero al cabo de algunas semanas empezó a tener momentos de total claridad en los que se reconocía a si mismo, aunque volvía luego a las tinieblas. Sin embargo, a base de constancia y gracias al acompañamiento de sus seres queridos, logro salir definitivamente de la cárcel de su mente y despertar como un nuevo Ser libre y empoderado.

Hoy en día, mi amigo es un admirable chamán músico, pintor y sanador que dedica su vida al arte y a ayudar a otros que como él se encuentran perdidos en la noche oscura del alma. Entonces, para responder la pregunta de si se pueden curar las enfermedades mentales: Creo que sí. Creo que con los recursos científicos y espirituales que tenemos hoy en día, Marilyn Monroe y Anneliese Michel se habrían podido salvar, pero aún más importante, creo que millones de personas que hoy en día sufren en silencio, pueden encontrar una cura. Ojalá podamos hacerles llegar este mensaje a todos ellos.

Por cierto, si no lo han hecho, les recomiendo que vean la película Soul de Disney y van a encontrar muchas claves de lo que he hablado hoy y en otros episodios.

¡Un abrazo del alma!

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Gracias por estos dos últimos capítulos. Mis respetos. Un abrazo.

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